Por Jesús Díez Alcalde*
En Mali, a pesar de los significativos avances en materia de seguridad, aún queda un largo camino para erradicar la violencia yihadista, el crimen organizado y los enfrentamientos étnicos. En el marco de la cooperación internacional, la misión europea EUTM Mali es fundamental para consolidar la refundación de las fuerzas armadas nacionales. España, con 110 efectivos del Ejército de Tierra, es, junto con Francia, el país europeo que realiza un mayor esfuerzo por la estabilidad de Mali, del Sahel y también de Europa.
Aunque las amenazas siguen latentes, mucho ha cambiado la situación en Mali desde el inicio de la revuelta armada en enero de 2012. Durante 2013, se ha puesto fin a la violencia generalizada en el norte; se ha restaurado, en gran medida, la integridad territorial y la soberanía nacional, con la excepción de Kidal; y se ha restablecido el orden constitucional a través de procesos electorales democráticos. Con todo, los avances en el ámbito político y de seguridad son hoy muy perceptibles en el terreno.
A pesar de ello, aún quedan muchos frentes abiertos para una población maltratada por los enfrentamientos étnicos, el fanatismo yihadista, el crimen organizado y el subdesarrollo. Además, a todas estas lacras ha ido unida, durante décadas, la ineficacia o la inoperancia del poder centralista de Bamako que ha minado la consolidación de un sentimiento de identidad nacional, que se ha ido deteriorando desde que Mali alcanzó la independencia en 1960.
Si todo el país ha sufrido las graves consecuencias de tanta inestabilidad, la situación en el norte –siempre abandonado a su suerte– ha sido sangrante. En 2012, la tierra que los tuaregs nombraron Azawad (dos terceras partes del país) fue víctima de una nueva y más cruenta revuelta armada y separatista, de la imposición violenta de la sharia, de la destrucción del imponente patrimonio cultural islámico, del terrorismo yihadista, del caos…, y más de 600.000 malienses abandonaron sus hogares en busca de la supervivencia. Aunque lentamente han comenzado a regresar a sus pueblos, cientos de miles viven aún hacinados en casas de familiares en Bamako o en campos de refugiados dentro y fuera de Mali.
Es cierto que queda mucho por hacer, pero negar la evidencia de los progresos es menospreciar el enorme esfuerzo realizado por la comunidad internacional; y, sobre todo, ningunear la confianza depositada por la sociedad maliense, al menos de momento, en la democracia. Los dos procesos electorales celebrados en 2013 –presidencial y legislativo– han restaurado el orden constitucional. Ahora, el presidente Ibrahim Boubacar Keita, (conocido como IBK), que cuenta con un destacado respaldo social, y la nueva Asamblea Nacional, con una amplia representación social y política sin mayorías absolutas, son los responsables de reconstruir un país que, desde el total colapso, quiere reafirmar su viabilidad y soberanía. Hoy, es necesario que las autoridades civiles recuperen el control sobre el gobierno, el territorio y la población, para que Mali pueda abandonar su condición de Estado fallido.
Cooperación internacional en el conflicto
Los avances en el terreno no hubiesen sido posibles sin la ayuda internacional, que tanto ha reclamado el país desde el inicio de la revuelta tuareg y yihadista, y especialmente tras el golpe militar contra el poder en marzo de 2012. La reacción dentro y fuera de África fue unánime: no se podía permitir que un país como Mali, considerado un “ejemplo” de democracia desde 1992, sucumbiese ante un ataque ilícito contra la democracia, y menos con el control sobre el norte del país perdido.
Por entonces, en Azawad se desquebrajaba la inicial “alianza de conveniencia” entre los rebeldes tuareg y los yihadistas, y la región mostraba los primeros y alarmantes visos de convertirse en un santuario de poder terrorista y criminal en el centro del Sahel. En junio, se consumaron las intenciones de Al Qaeda del Magreb Islámico (AQMI), el Movimiento por la Unidad de la Yihad en África Occidental (MUYAO) y Ansar Dine, que se repartieron el poder en todos los enclaves septentrionales del país. La sinrazón islamista se asentó en una población aterrorizada y desasistida, a que se le impuso la sharia (ley islámica) como norma directora sus vidas. Frente a la violencia yihadista, no quedaban muchas alternativas, y Naciones Unidas reaccionó para frenar esta grave “amenaza contra la paz y la seguridad mundiales”.
En la segunda mitad de 2012, la asistencia exterior a Mali fue tomando carta de naturaleza. La Resolución 2085 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, aprobada el 20 de diciembre, autorizó la intervención militar como la única opción viable para devolver la soberanía nacional y la integridad territorial a Mali. Sin embargo, la ofensiva yihadista hacia Bamako de principios de 2013 quebró el ciclo de decisión de toda la comunidad internacional. La Resolución 2085/2012 contemplaba el despliegue de la misión AFISMA, que debía articularse en dos fases. En la primera, su cometido fundamental era instruir al Ejército nacional. En una segunda fase, tras contar con una nueva autorización del Consejo de Seguridad, las tropas malienses comenzarían la recuperación de la región de Azawad con el apoyo de la fuerza africana AFISMA. El transcurso de los acontecimientos, marcado por la ofensiva yihadista de enero de 2013, obligó a AFISMA a desplegar directamente en el norte de Mali.
Ante el requerimiento urgente del por entonces presidente interino del país, Diacounda Traoré, Francia desplegó la operación Serval –inicialmente con más de 4.000 militares– y consiguió repeler el ataque terrorista sobre la capital.
Si los yihadistas hubiesen llegado al epicentro del poder nacional, las consecuencias para toda la región y para el mundo hubiesen sido impredecibles y de muy difícil resolución. Junto con soldados franceses, chadianos y el maltrecho ejército maliense, la AFISMA (Misión Internacional de Apoyo a Mali con liderazgo Africano) aceleró su despliegue, alcanzó un número superior a los 7.000 efectivos y, gradualmente, fue avanzando hacia el norte para neutralizar la amenaza terrorista y colaborar en la restauración de la integridad territorial.
Determinación europea por la paz
El mundo miraba a Mali con enorme desconcierto, y Europa tomaba definitivamente conciencia de que el riesgo criminal y terrorista en el Sahel también constituía una amenaza firme para el viejo continente. Permanecer impasible, cuando Naciones Unidas ya había autorizado su participación a través de la citada Resolución 2085, habría socavado el objetivo de la Unión Europea de posicionarse como un firme aliado de África.
Ante este escenario, en febrero de 2013, y dentro de la Política Común de Seguridad y Defensa, el Consejo de Asuntos Exteriores de la Unión Europea adoptó su Decisión 2013/87/CFSP, que supuso el lanzamiento definitivo de la misión militar de entrenamiento: EUTM Mali. Meses después, con su Resolución 2100, Naciones Unidas reguló la intervención militar que ya desplegaba en el terreno, y sustituyó a la misión AFISMA por la Misión Multidimensional Integrada de Estabilización de Naciones Unidas en Malí (MINUSMA).
En abril, se hizo efectivo el despliegue de EUTM Mali que, con una entidad autorizada de 550 efectivos y por un periodo de quince meses (la misión concluye su primer mandato el próximo mes de mayo), asumió la responsabilidad de colaborar con la reforma del sector de seguridad. “La Unión Europea –señala el Coronel español Félix García Cortijo, segundo jefe de la misión europea–, junto al resto de la comunidad internacional, identificó que, para resolver la crisis, era imprescindible atender a la reconstrucción de una estructura de seguridad y defensa, que estuviese basada en unas Fuerzas Armadas eficientes, respetadas, disciplinadas y bajo la autoridad política de un gobierno legítimo”.
Para conseguirlo, dos son los objetivos recogidos en el plan de la misión: 1) asesorar al poder político en Bamako –por entonces, aún de Transición– y 2) entrenar al exiguo ejército nacional en la base de Koulikoro, sede de la formación militar del Ejército de Mali, donde se instruyen sus oficiales y suboficiales.
España en EUTM Mali
Desde el inicio del planeamiento de EUTM Mali, y especialmente durante el proceso de generación de fuerzas, España mostró su firme compromiso de apoyar a Mali en la recuperación de la paz perdida. En un principio, desplegó 58 militares, y poco después –concretamente el 18 de junio– el Congreso de Diputados dio la pertinente autorización para incrementar el número de efectivos hasta 110. “La seguridad internacional, regional y nacional –señaló el ministro de Defensa Pedro Morenés ante la Comisión de Defensa– requiere que mantengamos el esfuerzo en apoyo al Gobierno de Mali. Es necesario restablecer en su totalidad la estabilidad (…), así como apoyar a Mali para que pueda contar con unas fuerzas armadas que impidan que esta situación pueda volver a darse en el futuro”.
Este sustancial incremento sitúa a España, junto a Francia, como el mayor contribuyente a EUTM Mali. Además, subraya el compromiso español en la formación del ejército maliense, que es el principal responsable de crear el tejido autónomo de seguridad que fundamente los derechos, la libertad y la tranquilidad de los ciudadanos de Mali, así como la consolidación del Estado, como subrayó el ministro Morenés en su comparecencia parlamentaria.
Para alcanzar sus objetivos, EUTM Mali se estructura en un cuartel general operacional y un equipo de asesoramiento –Advanced Task Force (ATF)–, ambos en Bamako; mientras que la función de entrenamiento recae en el grupo de instructores (200 efectivos), que despliega en Koulikoro. Por otro lado, en estas dos ubicaciones, fuerzas de protección (formadas por 30 militares en Bamako y 152 en Koulikoro) salvaguardan a los militares europeos, y también a los malienses, frente a cualquier ataque externo. Porque, aunque los niveles de seguridad son altos, la protección de la fuerza es siempre el primer objetivo de cualquier misión europea. Para completar la organización, en Bruselas, se ha constituido una célula militar desde donde se realiza el seguimiento de la misión.
Hoy, España aporta militares del Ejército de Tierra a toda la estructura, que –como destaca el Coronel García Cortijo– “muestran una enorme implicación en la misión, y la calidad de su trabajo es internacionalmente reconocida. Tienen unas inmensas ganas de aprender de los militares malienses a los que entrenan, y de ellos reciben reconocimiento y gratitud. Los militares malienses como, el resto de su pueblo, son gente afable, cordial, y totalmente agradecida de la presencia española en su nación”. Con todo, el contingente español, junto con militares de otros 22 países miembros de la Unión Europea, está consiguiendo que la Reforma del Sector de Seguridad (RSS) se convierta en un soporte esencial de todo el proceso democrático y restaurador del Estado maliense.
Asesoramiento para reformar la Defensa
En esta misión europea, que está bajo el control político y la dirección estratégica del Comité Político y de Seguridad y al mando del General francés Bruno Guibert, el equipo de expertos militares (ATF) –formado por 19 militares, de los cuales tres son españoles– asesora en Bamako a las autoridades malienses en la reconstrucción de la defensa nacional. Sus trabajos comenzaron durante el periodo de transición, y han cobrado mayor fuerza política desde la restauración del orden constitucional, a cuyo frente se encuentra desde septiembre de 2013 por el presidente Keita. Inicialmente, se realizó una auditoría interna para fijar prioridades y, a partir de ahí, los militares europeos colaboraron, bajo la dirección del gobierno de Mali, en el diseño de una exhaustiva “hoja de ruta” para dotar al país de unas fuerzas de seguridad y defensa eficaces, respetadas y bajo la autoridad de un gobierno legítimo.
Este ambicioso proyecto forma parte del Programa de Acción de Gobierno 2013-2108, que abarca de forma transversal todas las áreas de la estatalidad, y considera que la “seguridad de las personas y de los bienes” es un factor imprescindible para prosperar en cualquier ámbito de la gobernabilidad del país. El pasado 11 de diciembre, en una reunión de alto nivel en el cuartel general de EUTM Mali, presidida por el General Touré –Jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas nacionales– y por el general Guibert, se presentó el Programa de Refundación de las Fuerzas Armadas.
Ante las principales autoridades militares y de seguridad malienses, se expusieron –como explica el Coronel García-Cortijo– “los puntos clave y de decisión en el desarrollo de los planes de cada grupo de trabajo, hasta su conclusión en 2018”. Además, este encuentro supuso un reconocimiento expreso de Mali a la labor que la Unión Europea está realizando sobre el terreno desde el pasado mes de marzo, a través de esta misión militar, para consolidar un nuevo modelo de seguridad nacional. Dentro de los ocho grupos de trabajo, liderados por autoridades malienses, los oficiales españoles participan en los relativos a la preparación operativa de la fuerza, la organización y la reforma de las estructuras de la Defensa y, por último, en el de cooperación regional en el Sahel.
Instrucción en Koulikoro
Aunque esta reforma política va a determinar la eficacia de las Fuerzas Armadas a largo plazo, la misión más urgente es adiestrar al exiguo Ejército de Mali, formado por algo más de 7.300 efectivos, para que pueda combatir la persistente amenaza en el norte del país junto a las fuerzas francesas y de Naciones Unidas. En este ámbito, el primer mandato de EUTM Mali determinó la preparación de cuatro batallones de combate –conocidos por sus siglas GTIA (Grupos Tácticos Interarmas)–, que serían adiestrados para conseguir unos niveles de operatividad que les permitan estabilizar el país.
Esta instrucción se realiza en el Campamento de Entrenamiento de Koulikoro, una pequeña y tradicional localidad situada en la ribera oeste del río Níger, a sesenta kilómetros de la capital maliense. La dureza de la climatología y la precariedad de sus instalaciones, que han sido mejoradas por la Unión Europea, no han supuesto un obstáculo para que los 186 instructores europeos –entre ellos, 22 españoles– desarrollen un programa coherente de adiestramiento. Durante un periodo de diez semanas, este programa incluye la instrucción básica del combatiente, así como formación en las especialidades de infantería, ingeniería, escuadrón blindado, control táctico aéreo, logística y, finalmente, artillería y operaciones especiales, ambas a cargo de España.
Al frente de los 12 instructores procedentes del Mando de Operaciones Especiales, que cuentan con una sólida formación y una amplia experiencia internacional, está el Comandante Jorge Mariano Pérez: “Preparamos las secciones de comando, que en su mayoría provienen del Regimiento Paracaidista de Mali, los conocidos como “boinas rojas”. Estas unidades destacan por su capacidad de adaptación al terreno desértico y a la climatología adversa. Hemos mejorado su instrucción en combate no convencional, y les hemos dotado de capacidad de combate nocturno, aunque limitada por la precariedad de sus equipos”. Respecto a la labor que está realizando la Unión Europea, el comandante subraya que: “los soldados malienses nos reconocen como elemento clave en la estabilización del país, así como por la profesionalidad de nuestras fuerzas, a las que tratan de emular”.
En cuanto a la formación artillera, esta se dirige a la batería de Artillería y a la sección de morteros de la compañía de Infantería de los GTIA, y es responsabilidad de tres oficiales y cinco suboficiales del Grupo de Artillería de Campaña y de la Bandera Roger de Flor de la Brigada Paracaidistas, comandados por el Capitán David Ferrera González. Aunque la instrucción es muy limitada en el tiempo (cuatro semanas), los resultados son altamente positivos, como lo demuestra la eficacia conseguida en los ejercicios de fuego real al final del periodo de adiestramiento.
“El material de dotación –declara el capitán Ferrera– son lanzacohetes de origen soviético de 122 mm de calibre, denominado GRAD-2M, y morteros de 60 mm. Pero más allá de su equipamiento, los soldados malienses están orgullosos de sus instructores españoles, y siempre nos recuerdan su preparación y disposición para hacer frente a los retos de seguridad en el norte del país. Muchos ya han entrado en combate, pero otros son reclutas recién salidos de distintos Centros de Instrucción”.
Sin duda, la mejor muestra del trabajo que se está haciendo en Koulikoro –en total, se va a instruir a casi 2.800 militares durante el primer mandato de la misión– son los informes que llegan del norte del país, donde ya despliegan unidades instruidas por EUTM Mali: “Estos nos confirman –señala el Coronel García-Cortijo– que sus niveles de operatividad son buenos, así como su perfecta coordinación con la Operación Serval y MINUSMA. También nos ayudan a mejorar los programas de instrucción”. Además, en los últimos meses, la amenaza yihadista ha aumentado en la región de Azawad, y esto requiere supervisar e incrementar permanentemente la instrucción del Ejército de Mali.
La protección de la fuerza europea
En Koulikoro, la protección de los instructores europeos, y por ende de los soldados malienses, es un aspecto esencial de la misión EUTM Mali. Para conseguirlo, despliega una compañía reforzada (Force Protection) con militares de Bélgica (76) y de España, que se alternan en el mando de la unidad. En la actualidad, el contingente español está formado por 82 militares, procedentes de la Jefatura de Montaña y al mando del Capitán Carlos Egea Amador: “Es una misión muy exigente, porque aunque no tenemos que ejecutar cometidos que impliquen una demostración de fuerza, debemos proteger la instrucción de los soldados malienses y contribuir también al clima de seguridad de la población local, con la que convivimos sin alterar su vida diaria”.
A pesar de que la amenaza de un ataque exterior es mínima, la Force Protection no baja la guardia y, como señala el capitán Egea, “mantenemos muy altas nuestras capacidades y estamos preparados para implementar las medidas de seguridad necesarias o las reacciones acordes a cualquier tipo de contingencia”, siempre en colaboración con las fuerzas malienses, que son las primeras responsable de garantizar la seguridad externa del Campo de Entrenamiento.
Además, el equipo médico de esta unidad de Montaña está prestando apoyo sanitario a los habitantes de Koulikoro, “que tienen una relación muy cercana con los españoles. Este pueblo merece ser libre, y tener una oportunidad para librarse de la opresión de una religión fanática y de los tiranos. Se merece toda nuestra ayuda, y tenemos que intentar involucrarnos en cada misión y con todas nuestras fuerzas”, concluye el Capitán.
El futuro de EUTM Mali
Junto con el proceso político que busca reconciliar a todas las comunidades malienses y atender urgentemente al desarrollo de la población, la seguridad sigue siendo una cuestión prioritaria conseguir avances en la estabilidad y la pacificación del país. En este ámbito, la formación del ejército nacional es un factor clave y, para conseguirlo, la Unión Europea seguirá, sobre el terreno, como un firme aliado.
Por ello, se ha aprobado la revisión estratégica de un segundo mandato, que amplía la misión por un periodo de dos años y que, entre otros aspectos, contempla el adiestramiento de otros cuatro batallones malienses, lo que reforzará aún más la formación en la dimensión legal y humanitaria para la resolución del conflicto. Además, incluye la supervisión de las unidades ya instruidas en sus distintas localizaciones, para aumentar así su preparación operacional. El objetivo final es que el ejército de Mali pueda asumir, de forma autónoma y una vez que se replieguen las operaciones internacionales, la seguridad nacional.
Desde el inicio de la misión, la estrategia militar de EUTM Mali ha sido contribuir a la restauración de la capacidad militar de las fuerzas armadas malienses, que es el factor determinante para alcanzar el “estado final deseado” según el planeamiento europeo. Unas fuerzas militares que, bajo el pleno control de las autoridades civiles legítimas, participen en operaciones de combate destinadas a la restauración efectiva de la integridad territorial de Mali.
Con este objetivo, España reafirma su compromiso con las autoridades y con la población de Mali, y por ello ha mantenido su amplia contribución a EUTM Mali. “Los objetivos –concluye el coronel García-Cortijo– se están cumpliendo para todas las partes, pero ahora es necesario consolidarlos”. Solo manteniendo esta línea de colaboración se podrá conseguir el objetivo común: el proceso de refundación de las fuerzas militares de Mali para que estas sean capaces de garantizar la seguridad nacional, y proyectar estabilidad a toda la región y, por ende, también a Europa.
NOTA: Las declaraciones de los militares españoles desplegados en EUTM Mali responden a conversaciones con el autor del documento durante un reciente viaje de reconocimiento a Mali.
*Jesús Díez Alcalde es Teniente Coronel del Ejército de Tierra y Analista del Instituto Español de Estudios Estratégicos (IEEE).