La Comisión Nacional de Ia Investigación del Espacio (CONIE), creada por ley de 8 de julio de 1963, se encuentra en el origen del Programa Espacial Español. Elaborado por Ia misma, y definitivamente aprobado por el Gobierno, incluyó en su primera fase (de 1968 a 1975), con un presupuesto de 100 millones de pesetas anuales y una duración de seis años, además de los objetivos científicos, una importante partida de desarrollos tecnológicos, entre los que se figuraba Ia consecución de un pequeño satélite, un cohete de sondeo y considerable equipamiento tecnológico.
El Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA), nacido en 1942 y en Ia actualidad organismo autónomo dependiente de Ia Secretaría de Estado de Ia Defensa, recibió Ia misión de ser el Laboratorio y Centro Tecnológico de Ia CONIE. El INTA cooperaba desde 1960 con Ia NASA, habiéndose iniciado esa colaboración con Ia construcción de Ia estación espacial de Maspalomas (Gran Canaria), para soporte de Ia misión tripulada Mercury.
En 1962 se había reunido en Europa Ia COPERS (Comisión para Ia Creación de una Organización Europea de Investigación Espacial), en Ia que participaron inicialmente diez naciones, incluida España. Dos años más tarde de constituía oficialmente como ESRO/CERES, según sus siglas se escribieran en inglés o en francés. También nació en 1962 un organismo, formado por sólo seis países, el denominado ELDO/CECLES, que tenía como fin construir los lanzadores europeos, pero su éxito fue tan escaso que terminó su vida rápidamente. Pero Ia obviedad de que para ser independientes de EE.UU., en cuanto a disponibilidad de lanzadores y a su precio, había que contar con productos de esta parte del Atlántico, hizo que en 1957 ESRO y ELDO dieran lugar a Ia Agencia Espacial Europea (ESA/ASE), con participación española desde el comienzo. Todo ello sin abandonar los proyectos nacionales.
foto: Cohete INTA-100 (Foto: INTA).
En 1965 puede decirse que arrancaron Ias actividades de Ia CONlE, teniendo lugar el primer lanzamiento de un cohete científico el 15 de octubre de 1966, con el disparo de un Skua fabricado por Ia Bristol Aerojet, rápidamente seguido por otros dos, desde las instalaciones móviles situadas en Ia zona de El Arenosillo, en el pueblo de Mazagón (Huelva). El Skua era un típico cohete de sondeo atmosférico, de combustible sólido, lanzado mediante un alveolo tubular, y con una carga útil de 8 Kg. En aquel primer disparo alcanzaró los 70 km de altura. Hay que recordar en cuanto a bases de lanzamiento que se habló de Lanzarote y de una hispanofrancesa en Cabo Ortegal, y que Ia Junta de Investigación y Desarrollo de Cohetes reconoció, durante 1967, la isla de Fuerteventura en busca de posibles asentamientos para tales fines. La serie de los Bristol Aerojet Skua previstos estaba compuesta de cinco, pero ciertas dificultades aconsejaron proseguir el programa con los norteamericanos Judy Dart, de los que llegaron 14 a lo largo de Ia primera fase del programa espacial de Ia CONIE.
El Judy Dart estaba formado, por así decirlo, por dos cohetes, el Judy, de 12 kg de peso y 1,62 m de largo, y el Dart, Ia segunda fase, que contenía Ia carga útil y era similar a un dardo fino. Su techo era de 70 km y su precio de 40.000 pts. Se reseñan estos datos para valorar adecuadamente Ias realizaciones posteriores del INTA.
Tras Ia serie de los Dart se lanzaron, después de prorrogarse en 1.966 el acuerdo con Ia NASA sobre Ia estación de Maspalomas, cuatro ARC. Nike-Cajun derivados del misil antiaéreo norteamericano Nike Ajax/Hercules, de 140 km de techo y 40 kg de carga útil, descartándose el francés Centauro, de Sud Aviation, por los cada vez más numerosos lazos con los norteamericanos.
foto: Dos rampas de lanzamiento en El Arenosillo. La “tubular” blanca del segundo plano lanzó el primer INTA-100.
Dos de los Nike fueron montados por el INTA. Se da Ia circunstancia de que el Ejército español contó con una batería de Nike Hercules (8 lanzadores), cuyos últimos misiles fueron dados de baja en 1989 sin extraerse utilidad alguna como elementos de investigación.
Un paso importante supuso el lanzamiento, desde El Arenosillo, de los tres primeros INTA 255 en el segundo semestre de 1969. Construidos en colaboración con Bristol Aerojet (BAJ), tenían un motor denominado Goose de combustible sólido compuesto (plástico poliisobutileno-PA-A1) y un conjunto de aceleración (booster) de cuatro pequeños cohetes Chik. Desarrollaba un empuje total de 2.000 kg tras los 17 segundos que duraba Ia combustión de su motor principal, y un empuje medio de 22 KN. El diámetro de su cuerpo principal era de 257 mm. (aproximadamente los 255 iniciales de los que tomó Ia denominación). Medía 5 m de largo y su peso era de 306 kg. La longitud y peso totales eran 6,03 m y 340 kg, y Ia carga útil máxima era de 30 kg.
El INTA 255 alcanzaba los 150 km. de apogeo con 25 kg de carga útil. Su vida operativa se previo que terminara en 1982. Un ejemplar y una maqueta se conservan en el Museo del Aire.
En 1970 pudo verse Ia maqueta de un satélite español diseñado por el INTA en Ia Exposición de Ia Inventiva en España, en el Palacio de Cristal del Retiro de Madrid, junto con un cohete INTA 225. Tres años después, el 15 de noviembre de 1974, el cohete científico INTA SAT, de 24 kg, fue colocado en órbita por un cohete Delta 104, lanzado desde Ia base de Wanderberg (California), un lugar próximo a Ia Misión de Ia Purísima Concepción, donde se cerró Ia última gran empresa exploradora y colonizadora española en América. Funcionó hasta el 5 de octubre de 1.976, y durante todo ese tiempo estuvo emitiendo señales, con completo éxito, a Ias estaciones de seguimiento de El Arenosillo y al Observatorio del Ebro.
foto: EI cohete INTA-255 se conserva en el Museo del Aire.
Mientras tanto, hasta aquellas mismas fechas (1975), desde EI Arenosillo se habían lanzado ya más de 300 cohetes de sondeo (todos de combustible sólido). Años después, en los primeros ochenta, y tras un curioso paréntesis fueron lanzados otros 200. Todos ellos pertenecían a los siguientes tipos, el 50 por cien de los cuales habían sido aportados por Ia NASA y otras agencias (Max Plank Institut für Aeronomie, etc.) junto con diverso equipamiento, como compensación a Ia contribución española a su programa espacial: Super Loky; Skua I, Il y IV; Judy-Dart; S-12; FFAR (para calibración de radares); Petrel; Centauro; Nike Cajun y Nike-Apache; Skylark; Blak Brant VC; Arcas; INTA 225 e INTA 300, estando en desarrollo el INTA 100 por aquel entonces (sería probado en 1994).
El INTA 300, también desarrollado en colaboración con BAJ, con 300 km de techo y 45/50 kg de carga útil, fue lanzado en cuatro ocasiones antes de 1983, Ia primera el 9 de octubre de 1974 (otras en 1.975, 78 y 81). Como referencia recordemos que el primer Ariane comercial fracasó en 1.982. Tenía un longitud de 7,27 m, un calibre de 258 mm y un peso al despegue de 503 kg. Su primera etapa Ia formaba un cohete Aneto derivado del Goose del 255, con propulsante compuesto plástico GPC 200 a base de poltsobutileno-PA-A1, que proporcionaba 132 KN de empuje y un tiempo de combustión de 3,1 s.
Contaba con cuatro pequeños motores necesarios para estabilizar la primera etapa. EI motor de Ia segunda era un Teide de nuevo diseño, que pesaba 245 kg, utilizaba un propulsante GPC-100 cuyo grano se había fabricado en Galdácano por Ia UEE, mientras que el cuerpo del cohete lo había sido en el INTA, empleando componentes ingleses. Su combustión duraba 16 s y el empuje obtenido era de 16,3 KN. Los ejemplares 5° y 6° fueron disparados como INTA 300 B en 1992 y 1993.
En 1975 el Gobierno aprobó Ia segunda fase del programa de Ia CONIE, de otros cinco años de duración, cuantificándolo en 1870 millones de pesetas. Pero, como dice el refrán, poco iba a durar Ia alegría en Ia casa del pobre. Años después, Ia “Revista de Aeronaútica y Astronaútica” del Ejército del Aire (RAAIEA) de octubre de 1982 decía: El desarrollo del programa nacional debido a los escasos y decrecientes recursos destinados a él, no ha alcanzado el nivel necesario para prestar ayuda a la industria,... aunque sí a grupos de científicos, viniendo a confesar el parón político al programa, agravado tras Ia alternancia en el poder acarreada por Ias elecciones generales de aquel mismo mes y año, pues los diversos gobiernos que sucedieron al que aprobó el plan no encontraron Ia fórmula aplicable para librar los recursos económicos correspondientes.
Según el director del INTA en 1984 (RAAIEA de junio de ese año), el coronel Ingeniero Aeronáutico Manuel Bautista Aranda, Ia CONIE disponía de un presupuesto de 3000 millones de pesetas, de los que unos 2.700 correspondían al pago de Ia cuota de España a Ia Agencia Europea del Espacio, quedando disponibles para el INTA sólo 275. En general, el INTA, como organismo autónomo, sólo cubría el 65 por cien de su presupuesto con fondos estatales, teniendo que ingresar el resto de Ias necesidades mínimas (unos mil millones) mediante trabajos de homologación y otros remunerados efectuados en beneficio de empresas y particulares, por lo que su existencia como centro de investigación estaba bastante comprometida.
foto: Algunos de los “padres” del INTA-100.
Por aquellos años el INTA contaba con una plantilla de 1.600 personas (unas 1.200 en Ias estaciones de seguimiento), de Ias que sólo un 3 por cien eran militares.
A mediados de junio de 1984 se lanzaron dos maquetas del INTA las denominadas Zorzal I y 2, seguidas del primer cohete de serie (Rocío 1) el 13 de aquel mismo mes. EI proyecto había nacido en 1974 con el objetivo de obtener un eficiente cohete meteorológico, el cual se esperaba fuese capaz de llevar una carga de hasta 5 kg inicialmente a 75 km (luego sería hasta 110). EI INTA 100, de 12 cm de diámetro y 4m de largo, estaba formado por dos motores cohetes de propulsante sólido.
EI de la primera etapa era un desarrollo del cohete aire-suelo de Aviación INTA S-12, que fue el que dio problemas, el cual conseguía aceleraciones de 30 g’s con un empuje medio de 1.700 kg en un 34 tiempo de combustión de 1,2 s. EI motor de Ia segunda etapa, llamada el Rocío, fue bautizado con el nombre de Urbión y tenía una cámara de combustión de 1,39 m. Empleaba propulsante poliisobutileno GPC-300, y fue desarrollado entre 1978 y 1981 por ERT con pleno éxito, siendo el primero de combustión tipo cigarrillo construido en España (en coordinación con Ia Comisión Interministerial de Ciencia y Tecnología), buscando un largo tiempo de ignición (32 s.) y un empuje bajo. Su propulsante era del tipo GPC-300.
Las características definitivas se fijaron en una longitud total de 4,11 m, un peso de 70,7 kg y una carga útil de 6 Kk.
En 1985 tuvieron lugar cinco lanzamientos más, dándose por finalizada Ia campaña de pruebas del INTA 100. Luego vino el parón de 1986 y durante tres años se deterioraron los equipos humanos e industriales de forma dramática, sobre todo los de fabricación de motores.
foto: Motor “Teide” de INTA-300.
Todos estos lanzamientos se realizaron desde EI Arenosillo, salvo dos Skylark que lo fueron desde Cerdeña en colaboración con Ia ESA, y un Skua IV lanzado desde Kiruna (Suecia). Casualmente, Ia torre de lanzamiento de cohetes de sondeo de esa base sueca de Ia entonces ESRO (luego ESA), fue construida por Ia empresa española SENER, en colaboración con Ia Escuela de Ingenieros Aeronáuticos de Ia Universidad Politécnica de Madrid. En 2001, y desde Ia misma torre aun perfectamente operativa, SENER lanzó su módulo de combustión TEM-SEM 3.
AI hilo de SENER, hay que mencionar otras empresas muy volcadas al Espacio, tales como CASA, INISEL, CRISA, CESELSA, Tecnología, Standard Eléctrica, etc.
La CONIE vio reducida progresivamente su capacidad de ejecución, aprobándose, parcialmente, los presupuestos cada año, teniéndose que adaptarse a los mismos a posteriori. La muerte le sobrevino en 1986, como consecuencia de Ia implantación de Ia Ley de Ia Ciencia; siendo sustituida por la Comisión de Investigación del Espacio (CIE), de similar nombre pero con cometidos muy recortados. En pocos años los efectos del citado parón, primero, y el retroceso, después, como en tantos otros sectores estratégicos, produjeron un daño irreparable. Veámoslo.
Las implicaciones militares
El primero en verse afectado fue el misil experimental INTA-300 Guiado (1977-1980). De tipo tierra-tierra, 11,3 m de longitud y tres fases (3,6 m de largo Ia primera, 2,7 Ia segunda y 5 Ia tercera, Ia cual era gobernada por chorros de gas y dotada de un radar de banda S) de combustible sólido, con un techo como inyector de 130 km, y un alcance horizontal como misil de 170 km, debió parecer politicamente incorrecto, y, mucho nos tememos, sufrir presiones extranjeras para paralizarlo, lo que condujo a una sentencia condenatoria inapelable.
Después de casi una década de paralización del programa espacial, Ia puesta en marcha del Plan Nacional de Investigación y Desarrollo de 1988 generó el Programa Nacional de Investigación Espacial (PNIE), muy relacionado con Ia mencionada ESA.
Foto: EI INTA-300 justo antes de iniciar el vuelo.
Pero el mal estaba hecho. El 7 de abril de 1989 fue aprobado el programa Hispasat, a propuesta del Ministerio de Transportes, Turismo y Comunicaciones, tras infructuosas iniciativas de RTVE, primero, y de Ia Comisión del V Centenario del Descubrimiento de América, después (en 1983), para contar con un satélite nacional de telecomunicaciones. A consecuencia del dañino parón, cuando se puso el Hispasat en órbita, el 11 de septiembre de 1992, con un lanzador Ariane que despegó de Ia Guayana francesa, el porcentaje de participación del INTA en los 1.325 kg del satélite era únicamente el 15 por cien, habiendo tenido que ser Ia también francesa Matra Ia empresa contratista principal. Solo en 1997 se
puso en marcha el aprovechamiento castrense de parte de los satélites Hispasat, mediante el Sistema Español de Comunicaciones Militares por Satélite (SECOMSAT).
En este año 2003 está previsto el lanzamiento de dos satélites de comunicaciones propiamente militares, el Spainsat y el Xtareur.
Por otra parte, en mayo de 1992 la revista “Tiempo” se hacía eco de una, sin duda, interesada filtración de corte marcadamente pacifista. Este texto, sobre el que volveremos más adelante, hablaba de: Un plan que ya en 1970 pretendía conseguir para España misiles balísticos con cabezas nucleares a instancias de Ia JUJEM (Junta de Jefes de Estado Mayor), organismo predecesor del actual JEMAD (Jefe del Estado Mayor de Ia Defensa); por aquel entonces se trabajaba en el desarrollo de un misil nacional por parte del INTA, al que se quería dotar de una cabeza atómica, cuya responsabilidad recayó en Ia JEN (Junta de Energía Nuclear). “Tiempo” decía que este proyecto fue vetado por los EE.UU., ya que: por motivos políticos, el Régimen del General Franco no debía tener un misil de largo alcance. Sin duda por eso desaparecieron, cuando cambió el régimen, tanto el misil como Ia CONIE, Ias centrales nucleares (en Ia práctica), y la JEN; algo que hace pensar que no eran motivos políticos entre aliados demócratas los que se movían detrás del telón, sino meramente estratégicos, por muy dura que les parezca Ia realidad a algunos.
Como ejemplo de esas presiones internacionales, nada mejor que el caso de Ia energía eléctrica generada en Ias centrales nucleares. El 23 de julio de 2002 José Javaloyes explicaba en el diraro madrileño “La Razón” que: Los fundamentos del “lobby” antinuclear son mitad inercia de Ia retroprogresía y mitad impulso de los intereses petroleros, ampliados en medios industriales nucleares instalados en Ia ventaja de su madrugadora racionalidad, en referencia este último apunte a Ia masiva exportación francesa hacia nuestra frontera de su energía eléctrica de origen nuclear. Se podría trasladar casi íntegramente estos razonamientos al caso del programa espacial, con sus implicaciones científicas, militares y comerciales.
Otro ejemplo es el caso del misil argentino Condor II, con capacidad de colocar satélites en órbita y lanzar cargas de combate a más de 1.000 km.
Argentina había empezado a desarrollar su programa de grandes misiles en 1980, dos años después tuvo lugar Ia Guerra de Ias Malvinas y en 1985 expuso una maqueta del Condor en Ia feria aeroespacial de Le Bourget. En un proyecto en el que participaban empresas francesas y alemanas, cobraron vida otros misiles (Condor I, Alacrán/Escorpión, Tábano) que, además de su empleo como tales, eran Ia base de Ias distintas fases del Condor II. En 1988 y 1990 hubo diversos ensayos y pruebas, aunque ya en 1987 el Club de los Siete Grandes (los países más industrializados) le habían declarado el boicot a este programa, gesto previamente anunciado por Ias permanentes muestras de nerviosismo británico respecto al tema.
foto: Integración del “Minisat 01” en el “Pegasus”.
La “International Defense Review (IDR)” n° 3/90 dijo que fuentes norteamericanas alardeaban de que el mayor éxito de Ia organización denominada MTCR. había sido el hundimiento del Condor II argentino, al que acusaban de ser, supuestamente, un desarrollo conjunto con Egipto e Iraq.
En noviembre de 1992 la IDR hacía saber que el misil superficie-superficie antedicho, sucesor del Alacrán/Condor I de 300 km de alcance y 500 kg de carga útil compuesta por submuniciones, el cual había entrado en servicio en 1.990, sería desguazado en España. La noticia afirmaba que nuestro país, que había suscrito en 1989 el Régimen de Control de Tecnología de Misiles (MTCR), un pacto internacional acordado en 1.987 entre Alemania, Canadá, Francia, Inglaterra, Italia, Japón y, por supuesto, Estados Unidos, aplicaría Ias tecnologías argentinas a su programa Capricornio, al que, como también decía casualmente ‘Tiempo”, le faltaban algunos detalles típicos en estos casos: mejorar el combustible sólido, Ia plataforma de control y navegación, y ciertas soluciones de mecánica de precisión.
Como curiosidad, hay que señalar que el MTCR no pone ninguna traba al desarrollo de misiles con características como Ias del Alacrán o el Scud (500 kg de carga y 300 km de alcance).
La Argentina derrotada en Ias Malvinas había empezado a sufrir rápidamente Ias consecuencias de su revés y de nada le sirvió alegar Ias aplicaciones científicas y el doble rasero aplicado al Jericó MD-660 israelí. El cambio de régimen consiguiente en Buenos Aires propició un desmantelamiento inmediato del Ejército y de ciertos programas estratégicos, con lo que el Condor Il, y en este caso Ias presiones externas son objetivamente demostrables, fue sentenciado.
foto: El “Capricornio” en posición de lanzamiento.
Pero volviendo a España, por Ias razones que fueran, lo que aparentemente buscaban los autores de Ia filtración a Ia revista “Tiempo” era paralizar el programa del cohete lanzasatélites Capricornio del INTA, del que lo primero que se leía en grandes titulares es que en realidad era: Un misil con capacidad de alcanzar todo el Magreb, con su radio de acción de 1.300 km y su cabeza de guerra armada con una bomba de 500 Kg de explosivo aire-combustible (BEAC) fabricada por EXPAL.
Lo menos intoxicante de todas aquellas informaciones eran Ias declaraciones del por entonces director del INTA, Enrique Trillas, ya fallecido, quien decía que: el recientemente relanzado programa del inyector espacial estaba en fase de investigación y desarrollo que estaba previsto invertir 3.000 millones de pesetas destacando Ias motivaciones patrióticas, además de Ias económicas, del programa espacial español. Como posible base de lanzamiento, durante unas Jornadas de Defensa en Canarias, y sin duda por su proximidad al Trópico, se había hablado de Ia isla canaria Fuerteventura. Y lo más serio (sin contar con Ias de minoritarias memorias anuales del INTA) de lo mucho publicado aquel año de 1.992 apareció en septiembre en Ia “Revista de Aeronaútica”: el Capriconio tenía por objetivo poner en órbita masas de hasta 100 kg a una altura de 600 km, con Ia vista puesta en minisatélites (Ia gama que cuenta con un peso de entre 100 y 500 kg) y nanosatélites (satélites miniatura o microsatélites, con un peso inferior a los 30 kg).
EI programa “Capricornio”
Así era, Ia fase de viabilidad se desarrollo en 1991 y Ia de definición en 1992; debiendo estar operativo en 1996, tras el lanzamiento de un cohete demostrador en 1995. El presupuesto previsto para el programa era de 3.000 millones de pesetas.
En su configuración básica debía tener una longitud de 15 m, un diámetro de 1 m, pesar 10.500 kg y ser de tres (en un principio se pensó en cuatro) etapas, inicialmente proyectadas con motores de combustible sólido. Con cuatro etapas sus pesos y medidas eran:
Para el lanzador completo:
Longitud total 19.516 mm
Diámetro ia etapa 1.019 mm
Masa total 18.482 kg
Para el demostrador
Longitud 8.000 mm
Diámetro 830 mm
Masa total 8.000 kg
El motor de Ia primera fase se compraría en el extranjero, siendo el de Ia segunda un nuevo desarrollo que utilizaría un propulsante de base polimérica HTTP, y los correspondientes inhibidores y protectores elastoméricos. Una variante estudiada en 1.993 recibía un motor de combustible líquido en la última etapa, susceptible de encendido pulsante a voluntad para la entrada en órbita. La tecnología necesaria para este tipo de propulsantes (mezclado, colado, curado, inhibido, etc), cámaras de combustión y toberas representaba un gran salto adelante, desperdiciado posteriormente.
La primera fase Ia estabilizaban aerodinámicamente Ias aletas solidarias al fuselaje, aunque luego contó con actuadores de tobera.
En cuanto a Ia plataforma de control y navegación era inercial, apoyada en el ordenador de a bordo, el cual gobernaba el conjunto de los sistemas del cohete, incluidos los actuadores antes citados.
foto: Plataforma multisensor para estudiar la fase inicial de la trayectoria.
Pero ya hemos visto que Ias campañas de intoxicación interesadas no le auguraban nada bueno a aquel recién llegado al tan agresivo mundo comercial/estratégico de los lanzadores de satélites. Y siguieron más agresiones, alguna tan curiosa como Ia que agitó a sectores ecologistas de Ia isla canaria de El Hierro, alertados ante Ia posibilidad de que se instalase allí Ia base de lanzamiento (revista “Tribuna”, enero de 1997).
Tras varios vuelos del INTA 100 en 1990, 1991 y 1992 (el último fue el Rocío 12), en octubre de 1993 fue lanzado desde EI Arenosillo un cohete INTA 300/B, de dos fases de combustible sólido, y el 16 de abril del año siguiente otro igual, con 100 kg de instrumental científico fundamentalmente destinado a experimentos del Instituto Astrofísico de Andalucía.
Los cohetes se construyeron utilizando material de recuperación, con alguna modificación (aletas, electrónica, supresión de los cuatro pequeños motores de estabilización, etc. Los lanzamientos de estos cohetes de 560 kg, de peso, una carga útil de 15kg y 8m de longitud, que alcanzaron los 156 km de altura en minuto y medio, a velocidades de hasta 1.520 mIs, siendo un éxito y finalizando con ellos Ia primera fase del proyecto Capricornio, cuya base de lanzamiento prevista era, efectivamente, Ia isla de Hierro.
Cuidando siempre a Ia manejable opinión pública, Ia “memoria del INTA” de 1993 hacía hincapié en Ias aplicaciones exclusivamente civiles del Capricornio, y Ia de 1996 a los favorables resultados del estudio sobre Ia repercusión socioeconómica de Ia base de lanzamiento en Ia isla de Hierro. No serviría para nada.
La siguiente fase habría consistido en Ia fabricación de los cohetes Argo 01 y 02, demostradores tecnológicos del Capricornio, de dos fases, 8 m de longitud, 83 cm de diámetro y 4.000 kg de peso, teniendo previsto sus lanzamientos en 1996.
Una vez decidida Ia composición definitiva del Capricornio, en base a una primera fase (a veces denominada también Argo) dotada de un motor cohete norteamericano Castor IV B, una segunda con un motor nacional de combustible sólido Deneb-T, y una tercera con motor de combustible líquido Mizar-B, también desarrollo del INTA, los cohetes Argo 01/02 estaban compuestos por los motores Ia segunda y tercera etapa del Capricornio. El desarrollo del Deneb y del Mizar tuvo lugar durante 1996.
foto: El “Pegasus’ con el “Minisat 01” bajo un Loockheed L-1011, escoltado por un F-18 español.
Las características de estos motores eran Ias siguientes
- CASTOR IVB: De fabricación norteamericana (Thiokol); fue anulado el contrato de suministro posteriormente.
Características:
Longitud total 8.989 mm
Masa de propulsante 9.974 kg
Tiempo de combustión 63,5 s
Empuje medio 429,262 KN
DENEB {EEAL ARGO).
Desarrollo INTA. Cámara metálica segmentada (4 segmentos). Tobera en aleación de aluminio con aislamiento térmico compuesto en fibra de sílice-fenol y garganta de grafito. Iniciador pirogénico con estructura en fibra de carbono-resina. Se ensayó en banco un prototipo del motor.
Características:
Longitud total 5.233,6 mm
Masa de propulsante 2.124 kg
Tiempo de combustión 35.6 s
Empuje medio 167,865 KN
MIZAR VEHÍCULO ARGO).
Desarrollo INTA prácticamente completado (junta flexible para unión de la tobera al motor, actuadores, etc). Cámara en fibra de carbono, iniciador pirogénico de fibra de carbono y tobera en aluminio y material compuesto carbón-fenol / grafito-fenol garganta en grafito con junta flexible para control del vector empuje. Se realizaron varios prototipos para desarrollo de Ia estructura bobinada de Ia cámara de combustión; se desarrolló el sistema de ignición y se ensayó el sistema de control de empuje en frío.
En estas actividades colaboraron varias empresas españolas, tales como CESA, ENSB, EXPAL, COECA, UEE, etc.
Características:
Longitud total 1627 mm
Masa de propulsante 607 kg
Tiempo de combustión 33,8 s
Empuje medio 50,296KN
AVIÓNICA: Se compraron los componentes y se desarrollaron a nivel de laboratorio el ordenador de a bordo, software de control, buses de comunicaciones, receptores de telemedida y telemando, etc, de aplicación al vehículo Argo y con modificaciones al Capricornio.
NAVEGACIÓN, GUIADO Y CONTROL: se adquirieron Ias unidades de navegación inercial quedando pendiente el desarrollo del software de guiado para su aplicación tanto al demostrador como al lanzador.
SISTEMAS PIROTÉCNICOS: fueron desarrollados en colaboración con Ia empresa francesa Pyromeca (ahora Pyroalliance) los pirotécnicos de corte y separación de etapas y pirotécnicos auxiliares (unidades de seguro y armado, IFOC’S, cordones de transmisión, etc) tanto para el lanzador como para el demostrador. Asimismo se elaboraron con Ia empresa española Expal los sistemas de destrucción de etapas pOr el vehículo Argo.
SISTEMAS INTERETAPAS: concebidos y fabricados para el vehículo demostrador y para el lanzador, con Ia colaboración de Ias empresas españolas Expal y TADA, Ias cuales participaron en el desarrollo de otros sistemas auxiliares deL segmento tierra.
En abril de aquel 1996 la “Revista Española de Defensa” (RED, del Ministerio de Defensa), al hablar de los previstos satélites enanos españoles, de unos 15 kg de peso y 500 millones de pesetas (de entonces) de costo, auguraba que serían situados al espacio en 1998 por el Capricornio, para pocos meses después, en febrero de 1997, anunciar que el satélite español Minisat sería colocado en órbita por el cohete Pegasus norteamericano.
Y así ocurrió, el 21 de abril de 1997, eI Minisat 01, de algo menos de 200 kg de peso y con un costo de 4.500 millones de pesetas, fue puesto en órbita por un cohete Pegasus lanzado desde un avión Lockeed L-1011 Tristar.
Estos medios norteamericanos despegaron de Torrejón de Ardoz (Madrid) y lanzaron el avión-cohete a 11.790 m. sobre Gran Canaria. Al Minisat 01 siguieron el 2 (de un coste menor: 1.600 MP), eL 3 y el 4.
El Pegasus fue obra del ingeniero de origen español Antonio Elías, de Ia compañía norteamericana Orbitas Sciences Corporation (OSC), y que había sido galardonado con Ia Medalla Nacional de Tecnología de EE.UU., inspirándose en el mítico avión cohetes X-15. Elías había trabajado puntualmente con el INTA.
foto: INTA -156 “Banderilla”.
Para nosotros el feliz acontecimiento de Ia puesta en órbita del minisatélite enteramente español tiene Ia fuerte carga negativa de no haberlo sido por un ya maduro lanzador nacional, y haber asumido esa responsabilidad uno extranjero fruto de Ia fuga de cerebros que erosiona a Ia investigación española.
La pista del proyecto Capricornio reapareció para el gran público en agosto de 1998. El diario ‘El Mundo” del día 2 de ese mes explicaba que su desarrollo, en el que se habían invertido más de 6.800 millones de pesetas, estaba casi terminado, a Ia espera de unos 3.000 millones más y auguraba un prometedor futuro al lanzador, dado que había un posible mercado unos cien de estos mini-cohetes espaciales, con una facturación de hasta 100.000 millones, principalmente en los EE.UU.
Eso sí, siempre que los norteamericanos no se tragaran el proyecto (desechando por el camino uno propio similar al español denominado Bantam), forzando el fracaso del Capricornio para asumir ellos totalmente su desarrollo. EI único posible competidor del español era el italiano Vega, mucho más caro.
Pero pocos días después, el 19 de octubre, el mismo diario madrileño publicaba Ia esquela del proyecto español, en un poco explicable quiebro, diciendo taxativamente que el Capricornio había fracasado.
Según el rotativo, Emilio Varela, el nuevo director del INTA, afirmaba que en 1991 este programa era viable, mientras que ahora, con Ias ofertas de Ias lanzaderas rusa, nuestro pequeño cohete es antieconómico, citando estudios realizados por Lockheed Martin (Ia cual también tiene intereses aeroespaciales). El Sr. Varela iba a proponer al secretario de Estado de Defensa, Pedro Morenés, dos alternativas: integrarse en el proyecto franco-italiano Vega (cofinanciado por Ia ESA), o desarrollar un misil defensivo de corto alcance; adivinen cual se eligió. Terminaba diciendo el propio diario que: después de este fracaso, Ia existencia del INTA está cuestionada. Como diría un sajón, no coment.
Por el camino se había quedado el Capricornio. Aquel ambicioso proyecto también debió considerarse poco correcto políticamente, pues fue suspendido sin siquiera haberse lanzado el cohete demostrador. Además, se perdió Ia capacidad militar que ofrecía el Capriconio.
Porque, como decía otro desconocido informador del comentado artículo de Ia revista “Tiempo” de mayo de 1992, todos sabemos que se están complicando las cosas en el Sur, y que es cuestión de tiempo el que acabemos teniendo problemas; por eso vale más estar preparados con el palo.., y así a lo mejor nos ahorramos incluso tener que usarlo. Diez años después, Ias anteriores frases se comentan por si solas.
Desde luego, esta es Ia crónica de unos grandes y esforzados trabajos, algún fracaso, muchos éxitos, y muchísimas más ocasiones perdidas o malversadas.
Otros misiles del INTA
Hubo más desarrollos de los cuales apenas si quedan vestigios, a parte de los que suponemos perdidos definitivamente.
El cohete INTA-200 Cadenas, de aplicación aeroespacial, es uno de ellos. Sus características básicas eran:
Diámetro 200 mm
Longitud de Ia cámara de combustión 1.250 mm
Peso de propulsante 45,6 kg
Propulsante compuesto plástico iPC-200-P129 (Poliisopreno-PA-Al). Posteriormente se utilizó HTPB-PA-Al.
Tiempo de combustión 2,32 s
Empuje medio 5.735 kg
Impulso total 9.393 kg.s
Impulso específico 211 s
Del BABAC se habla al tratar de SENER, de las bombas guiadas y aceleradas, y también cuando nos referimos a Expal, pero aquí queremos trazar una mínima reseña del misil aire-aire Banderilla, un desarrollo de los años 1967-1970 efectuado en colaboración con Ia empresa francesa MATRA y del que se dice que fue el origen del Magic.
Está claro que acabó muriendo, como tantos otros, a pesar de ser válido (al menos para los franceses), a manos de ofertas coyunturales de armamento extranjero, y también que con él se perdió un tren que nos hubiera conducido a cierta autarquía en armamento aéreo y antiaéreo.
Igualmente hubo un proyecto de bomba guiada a finales de los años ochenta denominado Águila, que debió influir en todas Ias realizaciones en ese campo. Sus especificaciones eran:
Peso aproximado 500 kg
Configuración supersónica
Alas desplegables
Destino aviones F-18 y EFA
Guiado inercial, buscador IR/RF.
(Revista extra defensa nº 66, José María Manrique, Miguel A. Martínez Sevilla y Santiago Sánchez Renedo)