En 2018 el Ministerio de Defensa australiano anunció que la compañía británica BAE Systems sería el contratista principal del programa SEA 5000 destinado a construir nueve fragatas para la Royal Australian Navy por un valor aproximado de 22.200 millones de euros (programa Hunter).
Entonces, uno de los criterios principales de la adjudicación, por la que luchaba la española Navantia, era la elección de un diseño maduro que estuviera “en el agua”, es decir, se daba prioridad a la contención de riesgos tecnológicos.
Por eso, en parte sorprendió la propuesta de BAE Systems basada en la Type 26 elegida por la Royal Navy, básicamente porque introducía una serie de características particulares para la Royal Australian Navy (RAN) que suponían casi el diseño de un nuevo buque, lo que implicaba riesgos e incertidumbre sobre plazos y costes. Las particularidades del buque para la RAN se centraban sobre todo en la instalación del sistema de combate Aegis de Lockheed Martin (con el que ya cuentan sus destructores clase Hobart diseñados por Navantia) y el radar de diseño australiano CEAFAR.
Ahora, casi cuatro años después, el Ministerio de Defensa australiano comienza a darse cuenta de la situación como así lo reflejan medios especializados de dicho país que están cuestionando la situación. Ya se reconocen los problemas que están surgiendo y que ya han sido expuestos en el comité de Defensa del Congreso australiano, donde se ha explicado el informe de revisión del diseño de sistema que se completó en noviembre del año pasado.
Para empezar el diseño de la Type 26 para la Royal Navy no está en servicio y apenas ha comenzado a construirse. Ese informe afirma que el diseño está lejos de ser coherente, habiéndose introducido riesgos con las especificaciones del programa. Para empezar el calendario se ha visto revisado y la construcción, que estaba previsto se iniciara en 2020, comenzará en 2024, cuatro años de retraso. Igualmente la capacidad operativa inicial (IOC por sus siglas en inglés) no se conseguirá hasta 2034.
Los análisis presentados han descubierto que el diseño de las fragatas clase Hunter presenta graves problemas. Entre otros, el desplazamiento se ha incrementado desde las 8.000 toneladas del diseño inicial de las Type 26 hasta las más de 10.000. Esto supone aumentar la eslora del buque y lo que es más importante, disponer de menores prestaciones puesto que la planta propulsora no cambia. Por si fuera poco, el sistema de propulsión, basado en la generación de energía eléctrica para los motores, con el mayor desplazamiento, se verá más forzado por las necesidades del sistema de radar, por lo que se ha planteado incluso que las fragatas no serán capaces de navegar a plena potencia cuando el radar funciona, lo cual resulta inaceptable.
Dados los retrasos previstos y los efectos sobre la capacidad de combate de la RAN, con unas fragatas Anzac envejecidas que no llegarían hasta la década de 2040, se plantean ya soluciones que pasarían por ejemplo por la construcción de más destructores clase Hobart de diseño español, con sistemas tecnológicamente probados y ya en servicio, con lo que el riesgo sería limitado. (José Mª Navarro García)
Fotografías:
·Las fragatas clase Hunter ahora cuestionadas (Royal Australian Navy)
·El destructor de defensa antiaérea Hobart, que da nombre a la clase de tres buques (Royal Australian Navy)