No necesita la Legión que sea obligatorio aplicar en todo momento el principio de igualdad y no discriminación por razón de sexo, porque no tiene otra vocación que el servir a la patria con compañerismo, amistad, unión y socorro y bravura como reza el Credo Legionario, y esa vocación busca su abrigo tanto en el corazón del hombre como en el de la mujer.
Ya ha llovido, desde que en 1988 aparece la primera norma referente a la incorporación de la mujer a las Fuerzas Armadas, y desde que en 1989 la Ley amplia la incorporación de la mujer a todos los cuerpos y escalas de los dos Ejércitos y la Armada, por lo que se han venido incorporando a la Legión mujeres desde hace más de treinta años.
Absurdo es pues hablar en la Legión del siglo XXI de desigualdades, pues son tanto legionarias como legionarios los que reciben el reconocimiento a su heroica labor y a su férrea disciplina en todos los desfiles militares, en cuanto suenan los primeros acordes de su himno teniendo como fondo el recio y veloz andar legionario, conocedores los españoles de sus intervenciones en defensa del restablecimiento de la paz en sus peligrosas misiones internacionales.
Tiempos pasados, nunca son a tiempos presentes y a tiempos futuros iguales, y la imagen que se tiene hoy de la Legión en nada se parece a la que se tenía hace más de cuarenta años, aunque su día a día, se sostenga sobre aquellos primeros pasos.
Seguro que cuando llegaron a la Legión las primeras mujeres, casi todos en el Tercio sabían quiénes eran aquellas legionarias tan audaces y temerarias, porque muchas eran hijas, hermanas, sobrinas, nietas de legionarios, sufridoras en primera línea de las incertidumbres vividas en las largas esperas aguardando la llegada, tras la intervención en las siempre peligrosas misiones, de sus abuelos, hermanos, tíos o padres.
Luego ya no, tras el nombramiento de las primeras Damas legionarias, ya nadie sabía quiénes eran aquellas nuevas mujeres que al Tercio se incorporaban, pues la mayoría, ya no tenían relación alguna con Caballeros legionarios o con las citadas Damas legionarias, al desear las mismas incorporarse a la Legión, más que por tradición familiar, por su conocimiento a través de los medios de comunicación o las redes sociales.
A nadie le sorprende ya, pues lo ilógico sería que a alguien le sorprendiese, el gran valor y la enorme fortaleza de las Damas legionarias, que con sus atléticos cuerpos no hay techos de cristal que se las resista, y que sirven de modelo de esfuerzo y de constancia para muchas niñas, que sueñan también con ser valientes y leales Damas legionarias comprometidas con el restablecimiento de la paz en cualquier lugar del planeta, como lo han demostrado, lo demuestran y lo seguirán demostrando en cada una de las misiones en las que participa, ha participado y seguirá participando España, llevando siempre con orgullo, ligeramente ladeado, el tradicional gorrillo o chapiri legionario.
(Por Juan Carlos Corniero Lera , Premio División Acorazada de Poesía.Mención Honorífica Premio Ejército. Insignia de Oro de la Brigada Mecanizada XI)