La Base Aérea de Zaragoza fue testigo el 21 de diciembre del acto de despedida oficial de los míticos aviones de transporte Lockheed Martin C-130 “Hercules” del Ejército del Aire español, tras 47 años de servicio.
El Ala 31, que tiene sede en la Base aragonesa, es una de los máximos exponentes del marcado carácter expedicionario del Ejército del Aire, capacidad que se ha sostenido durante casi medio siglo, gracias en buena parte al Hercules. Este esfuerzo en favor de España lo seguirá garantizando la unidad durante décadas con su nueva montura, el Airbus Defense and Space (DS) A400M, de los que actualmente opera 9, a los que se sumaran otros 5. El Ejército del Aire es indispensable para mantener el enlace y dar apoyo logístico a las múltiples misiones internacionales en las que participan efectivos de las Fuerzas Armadas y FCSE (Fuerzas y Cuerpos de Seguridad) de España.
Entre éstas, está el destacamento Marfil en Senegal, que sustenta actualmente con 2 Airbus C295 y que durante años fue con 1 de los C-130. En los años setenta la capacidad de proyectarse al extranjero era más que limitada, así que el entonces Ministerio del Aire decidió que se deberían adquirir los punteros Hercules para contar con capacidad de transporte de carga y personal a medio y largo alcance. El año 1973 fue decisivo para estos planes, creándose una nueva unidad, mediante una orden de fecha 26 de abril, con la designación de 301 Escuadrón, el embrión del futuro Ala 31. Meses después, el 18 de diciembre de aquel año, llegaba desde la línea de montaje de Lockheed en Marietta (Georgia) el primero de los encargados a Zaragoza.
Desde entonces, muchas cosas han pasado en España y en el mundo, siendo testigos de excepción las tripulaciones del Ala 31 y sus inseparables Hercules, que han acudido a buena parte de los escenarios de guerra y, sobre todo, a los de catástrofes naturales que se han producido desde mediados de los años setenta. Este espectacular historial fue labrado día tras día durante casi cinco décadas con el gran esfuerzo del personal Ala 31. Aunque frías, las estadísticas reflejan este gran trabajo, que ha permitido volar 210.000 horas de vuelo, que han servido para transportar a más de 1 millón de pasajeros, casi 142 millones de kg. de carga y repostar en vuelo más de 37 millones de l- de combustible a aviones de combate, otros transportes e incluso últimamente a helicópteros franceses.
Misiones y personal
La misión del Ala 31 es llevar a cabo el transporte aéreo necesario para la ejecución de operaciones o acciones previstas, tanto por el Plan de Acción Anual del Ejército del Aire, como por otros, aunque los integrantes de la unidad bien saben que el tercer tipo de misiones, las imprevistas, son más que habituales. De hecho, el Ala 31 tiene preparados una tripulación y uno de sus transportes las 24 horas de los siete días de la semana, que con un tiempo máximo de reacción de 3 h. estaría volando al destino fijado por el Mando. La Unidad realiza tanto transporte estratégico (inter-teatro), como táctico (intra-teatro), y dentro de esas categorías realiza el despliegue de unidades de fuerzas aéreas, reabastecimiento en vuelo, movimientos aéreos, apoyo aéreo logístico, operaciones aerotransportadas, guerra no convencional, evacuaciones aeromédicas, soporte de búsqueda y salvamento (SAR) y misiones humanitarias.
Para llevar a cabo esos cometidos, el actual jefe del Ala 31, el coronel Juan Domínguez, cuenta con una plantilla compuesta por cerca de 300 profesionales. Como material de vuelo, la unidad, aparte de los A400M, el año pasado ha contado con una flota de 10 Hercules, de los que 4 eran C-130H y 1 C-130H-30, también conocido como el largo, y 5 con capacidad de reabastecimiento aéreo KC-130H, que son designados por el Ejército del Aire como T.10, TL.10 y TK.10, respectivamente.
Los Hercules han sido conocidos como Dumbo, término que también se utilizaba como código de radio, al menos cuando se operaba en España, ya que en los vuelos fuera de nuestras fronteras han usado AME y otros muchos indicativos, incluido ocasionalmente Toro. También el elefante aparece en los escudos de los escuadrones de vuelo y tiene como lema lo que sea, donde sea y cuando sea. La historia del Ala 31 comienza con la creación del 301 Escuadrón en 1973 en la gran Base Aérea de Zaragoza, una instalación de las cuatro que se ampliaron a los estándares norteamericanos tras la firma de los acuerdos entre España y Estados Unidos de 1953. Tras la primera entrega, en 1973, se seguirían recibiendo aparatos hasta completar la primaria flota de 12 aviones a principios de 1980.
Desgraciadamente, el 28 de mayo de 1980 se perdió el primero de los Hercules recibidos en un accidente acaecido al intentar aterrizar en la base aérea de Gando (Gran Canaria), a causa de las malísimas condiciones meteorológicas, con el terrible saldo de la muerte de los 5 tripulantes y 5 pasajeros del Ejército de Tierra (ET). Este grave percance motivó que, en 1988, se adquiriese otro aparato para sustituirlo, el C-130H-30, con lo que la unidad ha mantenido en dotación muchos años una docena de Hercules, aunque en la pasada década dio de baja 2 C-130H, en concreto el T.12-02 y el T.12-05, que han servido como una importante fuente de repuestos para sus hermanos.
Misiones humanitarias
Desde su creación, el Ala 31 ha realizado misiones de ayuda humanitaria, que les han trasladado a la mayoría de los países del mundo. Estas misiones incluyen las llevadas a cabo en zonas de operaciones como las de Afganistán, Irak o la extinta Yugoslavia, así como las de apoyo a zonas de catástrofes naturales o en conflicto, misiones de la ONU, Cruz Roja o cooperación internacional española, etc. La primera de ayuda humanitaria se remonta a una fecha tan lejana como febrero de 1975, que fue cuando se efectuó un vuelo de entrega a Malí y Níger.
En junio de 1979, uno de los aviones se desplazó a San José de Costa Rica para efectuar vuelos entre dicha ciudad y la capital nicaragüense, Managua, con el fin de evacuar a la colonia española, en plena debacle propiciada por la Guerra Civil y la toma del poder por el movimiento sandinista. La peligrosidad de este entorno operacional se comprobó cuando un Hercules de Colombia fue atacado durante su aproximación al aeropuerto de Las Mercedes (Managua). Actualmente un incidente de este tipo hubiera propiciado una suspensión total de las operaciones aéreas, pero en su momento no amilanó a la tripulación española, que llegó a evacuar en solitario hasta 1.500 personas de diversas nacionalidades.
foto: Personal del Ala 31 ante un C-130 durante la despedida del sistema (foto Ejército del Aire).
Hay que recordar que por entonces los Hercules del Ala estaban totalmente desprovistos de sistemas de detección de amenazas antiaéreas y de lanzadores de señuelos y bengalas, equipamiento que se instalaría en los años noventa, junto a otras mejoras en su aviónica, comunicaciones, GPS y, más recientemente, la adquisición de un kit para repostar en vuelo a helicópteros. Entre marzo de 1989 y el mismo mes de 1990 el Ala 31 participó en la misión UNTAG, que se desarrolló en Namibia y concluyó con la independencia del país, siendo la primera en la que unidades de las FAS españolas estuvieron bajo el mando de la ONU.
El 13 de abril de 1994 partieron hacia Nairobi (Kenia) 2 de sus Hercules, con la tarea de apoyar a la Fuerza Aérea belga en labores de evacuación del personal de Ruanda, donde acababa de estallar el más cruel conflicto que asoló el planeta durante la década de los noventa, con el machete como arma fundamental. Igualmente, durante aquella década se realizaron algunas labores de traslado de ayuda humanitaria a Bosnia-Herzegovina, también inmersa en el conflicto que sufrió Yugoslavia, cuando triunfaron los movimientos separatistas que la desmembraron.
A finales de septiembre de 1998, el huracán George azotó el Caribe y, apenas un mes después, el Mitch Centroamérica. La ayuda de España en ambos casos no se hizo esperar y otra vez iban a ser los Hercules del Ala 31 los primeros en acudir a la zona. La puesta de largo en un escenario bélico puro se empezó a gestar el 2 de agosto de 1990, cuando Irak invadió Kuwait. Este hecho desembocó en una serie de acontecimientos que terminaron con la liberación del territorio kuwaití a finales de febrero de 1991 y se prolongaron hasta julio de ese año, con las operaciones de ayuda al pueblo kurdo. Aquel mismo mes de agosto de 1990, un Hercules del Ala participó en el puente aéreo entre Amman y El Cairo para repatriar a los trabajadores egipcios que estaban en Irak.
En septiembre de 1990 se hizo un gran esfuerzo aportando hasta 7 T.10 para apoyar el despliegue hasta Incirlik (Turquía) de los F-16 de la 401º Ala Táctica de la USAF, que por entonces tenía sede en la Base Aérea de Torrejón de Ardoz (Madrid). Ese mismo mes se iniciaron las misiones de soporte logístico a los buques de nuestra Armada destacados al Golfo y se apoyó a la RAF (Royal Air Force), en el traslado y repliegue tropas británicas en ese escenario. Finalmente, durante la denominada Operación Provide Confort se auxilió al pueblo kurdo. En suma, una cadena de operaciones que se saldaba con más de 2.550 h. de vuelo y en las que se superaron las 700 salidas.
En los noventa también comenzó un largo destacamento, denominado Ícaro, el 22 de noviembre de 1994, con un puente aéreo que desplazó a la base aérea de Aviano (Italia) el personal y material con el que se constituyó. Durante más de siete años el Ejército del Aire mantuvo en la instalación italiana, de utilización conjunta con la USAF, varios cazabombarderos EF-18 y 1 KC-130H, que participó en todas las operaciones llevadas a cabo sobre los Balcanes, incluidas las de combate: Deliberate Force y Allied Force, en el curso de las cuales reabastecieron en el aíre a los cazabombarderos participantes, incluidos los EF-18 de los alas 12 y 15.
Doce años en el teatro de operaciones afgano
Si una misión ha dado buena prueba de la capacidad de trabajo del Ala 31, ha sido su presencia en el teatro de operaciones afgano, en el marco del destacamento Géminis y posteriormente en el denominado Mizar, un periodo de intenso trabajo y larguísima duración, casi doce años, en una región del mundo muy hostil, tanto por las duras condiciones meteorológicas, como por el montañoso relieve, pero sobre todo por la continuada amenaza de la insurgencia afgana. Tras los atentados islamistas del 11-S, Estados Unidos inició las operaciones contra Afganistán, por entonces el santuario de la organización terrorista responsable de éstos.
Pronto España se unió a la Alianza para combatir el terror, usando como primer instrumento de apoyo a la operación Libertad Duradera los Hercules y personal del Ala 31. La primera misión, aquel mismo año 2001, se centró en llevar ayuda humanitaria a Turkmenistán para los refugiados afganos y, posteriormente, en apoyar el despliegue de la UMAAD (Unidad Médica de Apoyo Avanzado al Despliegue) en el aeropuerto afgano de Bagram, donde se constituyó un hospital para la sufrida población local. A reglón seguido, en febrero de 2002, se realizó un primer despliegue de 3 C-130 en el aeropuerto internacional de Manas, sito junto a Biskek, capital de Kirguizistán, encuadrados en el Géminis.
foto: Personal de la BRIPAC, incluido su general Luis Sáez Rocandio, junto a la tripulación del KC-130H en el que se planificó el último salto de esta fuerza del Ejército de Tierra (foto Rubén Galindo).
Durante esta misión se produjo el terrible accidente del avión Yakolev Yak-42 que realizaba un relevo de personal militar español que había estado cumpliendo misiones en el marco de la operación Libertad Duradera, falleciendo aquel desgraciado día de mayo de 2003 un total de 62 militares españoles, entre ellos 9 miembros del Grupo de Material del Ala 31. Este gran esfuerzo, aunque finalizó a mediados de 2003, se continuó con la constitución del destacamento Altair, que entre octubre de 2003 y mayo de 2004 se posicionó en la Base de Ali al Salem (Kuwait), y desde donde se apoyó a las operaciones de la denominada Brigada Plus Ultra, que participó muy activamente en la estabilización y reconstrucción del Sur del país árabe.
En el mes de agosto de 2004 se constituyó el destacamento Mizar, también con base en el aeropuerto de Manas, formado por 55 militares y 2 Hercules. En octubre de 2009, dotado por entonces con 1 C-130, al que se sumó otro en alerta en territorio nacional, se trasladó a la FSB (Forward Support Base) de Herat (Afganistán), quedando bajo el mando del jefe de la Fuerza. La misión del destacamento Mizar fue la de proporcionar transporte aéreo y aeroevacuación médica intra-teatro, tanto a favor del contingente nacional, como del conjunto de la coalición ISAF (International Security Assistance Force).
El Ala 31, que se replegó finalmente de Afganistán el 30 de junio de 2014, dejaba atrás durante sus 12 años de estancia en la región un excelente balance de trabajo, además de acumular una gran experiencia, que se contabilizó en un total de 14.110 h. de vuelo y 6.263 salidas, en las que se transportaron 113.357 pasajeros y 13.373.165 ton. de carga. Paralelamente, en 2013, el Ala 31 ponía en marcha el destacamento Marfil que, con sede en Dakar (Senegal), apoya las operaciones internacionales contra el terrorismo islámico en Mali. Posteriormente, en marzo de 2014, se iniciaban las misiones del Mamba, que, con base en Gabón, tenía como misión apoyar las operaciones de estabilización de la República de Centroafricana.
Todo tipo de misiones
Además de esas misiones, los Hercules del Ala 31 han realizado vuelos muy mediático, como el que llevó hasta el Estado norteamericano de Florida en 2012 a 2 aparatos. Allí los tripulantes del Ala 31 cargaron las 17 ton. de monedas procedentes del tesoro de la fragata Nuestra Señora de las Mercedes, recuperadas tras una larga pelea judicial con la compañía de cazatesoros Odyssey, que lo extrajo del fondo del mar, donde el navío fue hundido prácticamente a traición en 1804 por los británicos. Un material de incalculable valor, tanto material como histórico, que completaba su regreso a España tras, cruzar de nuevo el Atlántico, esta vez a bordo de los aviones del Ala 31.
En septiembre de 2014, un Hercules español volvió a ser noticia al tener que volar hasta Sierra Leona (África Occidental) para evacuar al misionero español Manuel García Viejo, infectado por ébola. A bordo, un equipo de la UMAAD-Madrid del Ejército del Aire cuidó al gravísimo enfermo hasta su llegada a la base aérea de Torrejón. Además, en estos años han trasportado en sus bodegas cargas tan diversas como el Papamóvil o animales como caballos, cebras y perros. También a las órdenes del JEMAD (Jefe del Estado Mayor de la Defensa), han apoyado activamente las operaciones de lucha contra la pandemia de la COVID-19, Balmis y Baluarte durante el pasado año. Este JEMAD, curiosamente el piloto de C-130 español más antiguo que continúa en servicio de España, ha recordado a esta aeronave que manejó hace décadas, con la afirmación: Es la historia de la evolución del Ejército del Aire.