Las fuerzas anfibias tuvieron una relevancia significativa en la II Guerra Mundial, como consecuencia de distintas acciones de combate propiciadas en teatros de operaciones como el del Pacífico. Tras el conflicto, fueron varias las naciones que incluyeron en sus fuerzas armadas las capacidades militares sustentadas con navíos anfibios y fuerzas de infantería de marina, concepto expedicionario que era una evolución del que algunos países ya habían usado desde hacía siglos en las acciones que llevaron a descubrir y conquistar lejanas tierras.
Con el paso de los años se dio a esas fuerzas un uso limitado. Los cambios geoestratégicos a nivel internacional, la reducción de presupuestos de defensa, la profesionalización de los ejércitos…, fueron, entre otros, factores que derivaron en que ese potencial de actuación fuese, poco a poco, dejado de lado, aunque en conflictos no muy lejanos, como el que en 1991 propició la liberación de Kuwait invadido por Irak, se generó una capacidad anfibia creíble por parte del US Marine Corps (USMC), que difundió un pretendido asalto anfibio sobre las costas iraquíes que nunca se produjo, pero que propició que los que eran el objetivo destinasen muchos recursos ante esa hipótesis.
Marco estratégico
Durante varias décadas, parecía que los estrategas habían dejado de lado la capacidad importante que puede generar una estructura naval capaz de, con cierta rapidez y mucha precisión, proyectar tropas y equipos a un determinado teatro de operaciones. La situación y percepción internacional ha cambiado y ha sido más recientemente, y sobre todo a partir de acciones de China, que ha generado una voluntad de expansionismo sobre determinadas zonas marítimas internacionales que son de su interés, que distintos países han comenzado a consolidar, siguiendo un modelo en el que la guerra anfibia forma parte de la estrategia de respuesta militar occidental, una serie de potenciales reales para usarlas en beneficio de sus intereses y necesidades militares.
Surgen, de la mano de esa nueva realidad conceptos de naves de porte suficiente como para ser transformadas, de forma rápida y relativamente económica, en plataformas con flotas de aviones y helicópteros que pueden ser idóneas para el control aéreo y marítimo de las aguas próximas a determinados lugares o de zonas de tránsito que se quieran mantener bajo control, manteniendo también una diligente capacidad para transportar y proyectar hombres, armas y equipos.
Se generalizan y se impulsan, primero por los estadounidenses y después por sus aliados más fieles, como solución efectiva a conceptos de este marco concreto de actuación, basados basan en estratégicas tan recientes como la denegación de acceso de área A2AD (Anti-Access Area Denial), la guerra anfibia ligera con recursos más pequeños, pero más potentes, o el uso de bases avanzadas para cometidos expedicionarios EABO (Expeditionary Advanced Base Operations).
Complementariamente, a la propia capacidad militar de las fuerzas anfibias expedicionarias se añade que los buques usados en estas actuaciones son un óptimo recurso para apoyar a la población civil en caso de catástrofes naturales muy graves, cometido al que se suma el servir como vectores de determinadas políticas de defensa en áreas especialmente alejadas donde sea necesario mostrar el pabellón para frenar a terceros o actuar diligentemente contra actuaciones ilícitas o amenazas, como la piratería, que buscan consolidarse en distintos puntos marítimos del planeta.
El “Juan Carlos I” español, que destaca por su polivalencia para diferentes misiones, debería ser reforzado ya con una unidad similar o mejorada (foto Octavio Díez Cámara).
Concepto en auge
Capacidades como las señaladas han sido esgrimidas por responsables políticos y de Defensa de determinados países a la hora de mejorar sus medios expedicionarios navales o de apostar por obtenerlos e incorporarlos a sus arsenales militares. Se busca el empleo versátil de las estructuras expedicionarias anfibias, que recibirán escolta de submarinos, fragatas o portaaviones, en operaciones especialmente quirúrgicas bien distintas de aquellas más antiguas que apostaban por despliegues masivos en número y entidad.
También, dar respuesta a en conceptos que permitan usar las flotas anfibias para conducir operaciones defensivas y ofensivas que, según doctrinas ahora vigentes en el entorno militar estadounidense y de alguno de sus aliados.
Se sustentarían en una serie de EABO que ocuparían islas y atolones sin defender y las aprovecharían para instalar armas y sensores de largo alcance para generar fuegos diligentes y precisos sobre el adversario. Los planificadores de conceptos del USMC determinron aprovechar esas bases, si las condiciones de hipotéticos enfrentamientos así lo aconsejan, en áreas como una virtual, que, enmarcada en un amplio entorno marítimo, uniría a Japón con Filipinas y pretendería actuar ante una acción expansionista de China, que intentaría, siguiendo con conceptos tan recientes como el de denegación de acceso a un área, incidir estratégicamente para frenar a las fuerzas de proyección del adversario impidiendo que lleguen a una zona objetivo determinada y así no puedan completar su propósito.
Pese a esa limitación, la versatilidad de las estructuras anfibias, que no olvidemos se sustenta en buques que aportan una ingente capacidad de transporte de equipos y aeronaves e incluyen espacios logísticos para operaciones que tengan una duración notable o que requieran un aporte de municiones o combustibles sustancial, puede aprovecharse también para operaciones de evacuación de no combatientes NEO (Non combatant Evacuation Operation) como las que se han desarrollado hace poco en Sudán.
Ese tipo de cometidos, o los de apoyo humanitario ante crisis derivadas de catástrofes, son percibidos de forma positiva por la opinión pública propia, un factor que refuerza el valor de las inversiones que se realizan para adquirir estos recursos navales, y hasta les puede dar un carácter menos belicista del que constituye el verdadero.
Su aportación multipropósito y multimisión hizo que naciones, como Estados Unidos, Reino Unido, España, Holanda, Italia o Rusia, mantengan en sus fuerzas armadas una capacidad real de buques de transporte y tropas especialmente adaptadas, que sería bueno que se desplazasen acompañadas de otros logísticos y de escolta para una mayor autonomía y protección.
El ejemplo de esos países, y también algunas tensiones no especialmente lejanas, pueden haber sido factores determinantes para que otros, donde no eran clásicas las estructuras y fuerzas anfibias, hayan incluido dentro de sus objetivos militares de corto y medio plazo obtener esa capacidad. Apoyó esa decisión el hecho que los presupuestos de Defensa han ido evolucionando para dar cabina a nuevas construcciones navales surgidas desde conceptos iniciales de polivalencia operativa que tengan un nivel menos elaborado y, aparentemente, no busquen objetivos dentro de la capacidad de intervención global.
Sería el caso de Japón que tradicionalmente era pacifista y defensivo en su concepto militar pero que, a tenor de que amenazas como las de norcoreanos y chinos, que pueden actuar sobre su soberanía e integridad territorial, ha cambiado de actitud y lo hace con crecientes inversiones y nuevas capacidades.
Estas últimas se sustentan en una combinación de elementos, entre los que se incluye una brigada anfibia de rápido despliegue ARDB (Amphibious Rapid Deployment Brigade), activada en 2018 siguiendo un modelo inspirado en el del USMC y formada por unos 3.000 hombres apoyados con convertiplanos V-22 Osprey y vehículos anfibios de cadenas AAV-7 para proyectarse en las islas japonesas más próximas la parte oriental del Mar de China.
Sus movimientos se beneficiarán de navíos de su escuadra, que se denominan, siguiendo una política de autodefensa bien implantada en la sociedad nipona, destructores -DDH los llaman allí- y a los que incluso se les relaciona con el potencial de dirigir flotillas de cazaminas. La realidad, si observamos sus diseños y capacidades, es bien distinta y lo que incorpora desde hace un par de décadas se asemeja a portahelicópteros.
Lo más reciente de su flota son 2 LPH (Landing Platform Helicopter) del tipo Izumo, que entraron en servicio entre 2015 y 2017, desplazan unas 27.000 ton. y tienen 248 m. de eslora, y acaban de ser modificados, por su notable cubierta corrida, para operar también con reactores de combate, como los furtivos de quinta generación F-35B Lightning II, se solicitaron ya 42 ejemplares, que, operados en principio por la Fuerza Aérea, podrían aprovechar alguna de esas plataformas navales para sus operaciones futuras.
Diseños recientes
Los japoneses también operan 2 DDH de la Clase Hyüga, llegados en 2009 y 2011 y caracterizados por sus 19.000 ton. y una cubierta con 4 puntos de aterrizaje de helicópteros pesados; y 3 LST (Landing Ship Tank) Osumi, entregados entre 1998 y 2003 y que desplazan unas 13.000, pudiendo llevar simultáneamente varios helicópteros CH-47 Chinook en su cubierta de popa, siendo, en realidad, los 7 buques anteriores portaaeronaves ligeros, que incluso podrían operar pronto con plataformas aéreas de combate controladas a distancia UCAV (Unmmaned Combat Aerial Vehicle).
Ya se ha decidido complementarlos con 3 navíos de apoyo LSV (Logistic Support Vessel), que comenzarán a llegar en 2024 y se caracterizarían por ser capaces de llevar unas 2.000 ton. de equipos, que moverían a la costa con 2 lanchas de desembarco LCU (Landing Craft Utility), que llevarían consigo para facilitar las operaciones en zonas, como las de los islotes, con aguas poco profundas; operarían desde las instalaciones de Okinawa para apoyar fuerzas costeras, una voluntad que ya se ha materializado en un reciente compromiso entre Japón y Estados Unidos para desplegar allí en 2025 uno de los novedosos regimientos costeros MLR (Marine Littoral Regiment) del USMC.
Una situación similar en cuanto a la amenaza la tiene Corea del Sur, aunque inicialmente está más centrada en su vecino del norte. Por ello, su Infantería de Marina, una fuerza real y muy aposentada en capacidades de reacción militar, realiza desde hace muchos años importantes ejercicios de adiestramiento con el USMC, prácticas que, incluyendo algunas donde se despliegan fuerzas de entidad de división, tienen un objetivo claramente mediático, al enviar un aviso preciso a aquellos que puedan suponer pronto o en un futuro una amenaza.
Para operar con los anteriores, ya han puesto en servicio los portahelicópteros LPH del tipo LPX-I Dokdo y Manado, a los que, con un desplazamiento de 19.500 ton. y cubierta de 199 m., que habría recibido ya un tratamiento térmico para permitir a los F-35B operar en ella, curiosamente se relaciona con el concepto SCS (Sea Control Ship), que ya hace años fue aprovechado por la entonces Empresa Nacional Bazán de Construcciones Navales Militares (hoy Navantia) para diseñar el Príncipe de Asturias español y el Chakri Naruebet tailandés.
Para apoyar a los anteriores, que están ideados para llevar cada uno 200 vehículos y 750 efectivos, se contempla, dentro del Plan de Defensa aprobado en 2020 el concepto LPX-II que en principio buscaba obtener un anfibio/portaaviones ligero de unas 40.000 ton., del que se ha encargado el diseño a Hyunday Heavy Industries, compañía que apostaría dar encaje a ese objetivo con su portaaviones CVX de 270 m. y capacidad para entre 30 y 40 aeronaves para dar cabida a todas las necesidades de su país.
Los coreanos, que no hemos de olvidar mantienen una importante capacidad en sus astilleros y venden a precios bajos, que los hacen especialmente competitivos, consiguieron que DaeSun Shipbuilding vendiese 2 LPD (Landing Platform Dock) Makassar, un navío de 122 m. que desplaza cerca de 16.000 ton., a Indonesia y que PT Pal, una compañía local, fabricase bajo licencia otros 5 más, que incluyen 3 anfibios y 2 más adaptados como nave hospital, ya entregados a su Marina, e impulsar acuerdos de venta y fabricación de 8 similares: 1 para Birmania, 1 para Emiratos Árabes Unidos, 2 para Perú y 4 para Filipinas. Tailandia recibió en abril de 2023 un LPD de 25.000 ton. del Tipo 071E chino, que complementará al LST del modelo Endurance, de 8.500 ton, que les llegó hace una década y es casi idéntico a los 4 solicitados a principios de siglo a ST Engineering por parte de Singapur.
Taiwan, por su ubicación entre el Mar de China Oriental y el Meridional y por la tensión creciente constatada en los últimos años con los chinos, ha decidido apostar por nuevas construcciones navales. En ese objetivo es relevante la noticia de la entrega, en fecha tan reciente como junio de 2023 y en las instalaciones de CSBS Corporation en Kaohsiung, del LPD-1401, Yushan que está destinado, como otros 3 más idénticos en proceso de obtención, a su Marina.
Con ellos, que sustituirán a otros tantos LST ya muy veteranos, se contará con un potencial naval creíble para mover tropas y blindados en acciones tanto defensivas como ofensivas, apoyar a la población en tiempo de paz, y proporcionar protección y reabastecimientos a sus islas menores. Con unas líneas furtivas similares a los San Antonio estadounidenses y una rápida previsión de fabricación y entrada en servicio, estos navíos de 153 m. de eslora desplazan 10.600 ton., pueden obtener una velocidad máxima de 22 nudos y una autonomía de 7.000 millas e incorporan, como novedad, lanzadores que pueden recibir 32 misiles antiaéreos TC-2N Sky Sword II, que, según algunos analistas, podrían disparar también misiles antibuque.
China lleva años invirtiendo cada vez más recursos en sus Fuerzas Armadas y ha comenzado a apostar por inversiones destinadas a hacerse más fuerte en lo que al potencial naval expedicionario se refiere, mostrándolo en diversas maniobras a la comunidad internacional, de cara a una posible invasión de Taiwán. Lo están haciendo con recursos específicos que incluyen diversas versiones del vehículo anfibio Type 05, que refuerzan las capacidades de 6 brigadas anfibias de armas combinadas que, desplegadas en Hangzhou, Zhangzhou, Buluo y Bao’an, mantienen una estructura idéntica: 4 batallones especializados en combate, 1 batallón de reconocimiento, 1 batallón de Artillería, 1 batallón de Defensa Antiaérea y otros 2 más de servicios de apoyo y apoyo operacional. Su reciente formación se acompaña de la llegada de navíos especialmente modernos, que se unen a los transportes civiles que son ampliamente usados en los ejercicios de mayor entidad.
En cometidos expedicionarios recurrirían a alguno de sus recientes portaaviones para reforzar a anfibios, llegados para complementar a casi treinta LST de cerca de 5.000 ton. operativos desde hace unos años, de modelos como los tipos 071 y 075. Estos últimos, LHD (Landing Helicopter Dock) que se aproximan a las 40.000 ton, y tienen 237 m, de eslora, son 3, que comenzaron a llegar en 2021 con la puesta en servicio del Hainan, que aporta gran capacidad de aeronaves por su enorme pista de vuelo y hangar interior, que pronto podrían verse complementados con los del Tipo 076, que recibirán mejoras para operar con aviones y sistemas UCAV.
Por su parte, los Tipo 071 son 8 LPD, de unas 25.000 ton. y 210 m., que se han entregado entre 2007 y 2020 para facilitar el movimiento de tropas hacia la costa con sus 4 vehículos de colchón de aire LCAC (Landing Craft Air Cushion) del Tipo 726 y otros tantos helicópteros de transporte pesado Z-8. que copian el diseño de los Super Frelon franceses.
Carácter táctico y estratégico
Pese a el crecimiento de las capacidades chinas de los últimos años, quien tiene el mayor potencial expedicionario del mundo es Estados Unidos. La posibilidad de intervención en cualquier punto del planeta que se requiere para dar cobertura a sus políticas globales les ha llevado a mantener una capacidad que se sustenta hoy en no menos de 30 anfibios de distinto tipo, encuadrados en las estructuras de la US Navy y operando conjuntamente con otros de los modelos ESB (Expeditionary Sea Base) y EPF (Expeditionary Fast Transport), y con los más de 170.000 efectivos que conforman las plantillas del USMC.
Este último, ha sabido adaptarse en las últimas décadas, y sobre todo tras la aprobación del programa Force Design 2030 ahora vigente, a los condicionantes de los distintos teatros de operaciones y a lo que parece serán los que se previenen a corto plazo, una voluntad que propugna con unas estructuras más ligeras y ofensivas, sustentadas por organizaciones como las MEU (Marine Expeditionary Unit), los ARG (Amphibious Ready Group) y los MLR, que les van a permitir estar en la mejor disposición para afrontar cualquier lucha futura y actuaciones A2AD.
Estados Unidos está experimentando, dentro de ámbitos como el del NECC (Navy Expeditionary Combat Command), organizaciones conjuntas que, bajo un mando único para que estén mejor adaptadas a operaciones distribuidas en entornos austeros, aglutinen elementos del USMC con fuerzas de apoyo Seabees, núcleos de operaciones especiales SEAL (Sea, Air and Land) y hasta cazaminas.
Sobre los navíos con los que la Marina estadounidense contribuye a la capacidad expedicionaria de su país, se acaba de aprobar, con cargo al presupuesto de 2023, la compra del LPD-33, el número 17 de los San Antonio, que comenzaron a llegar en 2006, y, convenientemente evolucionados en sus capacidades a lo largo de la producción, aportan diseño furtivo, buena velocidad sostenida y un diseño con el que proyectar tanto helicópteros pesados como LCAC y lanchas LCM sobre cualquier costa.
Son el reemplazo programado de los 10 LSD (Landing Ship Dock) de los tipos Whidbey Island y Harpers Ferry activos y complemento ideal de las capacidades que aportan los 7 LHD de la Clase Wasp, de 41.000 ton.; y de los 2 LHA (Landing Helicopter Assault) de una serie de 11 previstos para reemplazarlos, de 46.000 ton. y 257 m., que aportan dique inundable y la posibilidad de operar con reactores AV-8B y F-35B sin restricciones.
Complementándolos, está programada, y así ha informado recientemente el Congreso en un detallado informe, la introducción a partir de 2025 de la nave LSM (Landing Ship Medium), que llegaría en número de entre 18 y 35 ejemplares para apoyar las necesidades de las futuras EABO. Por cierto, los recursos estadounidenses en servicio y los que vendrán se mantienen especialmente activos con destacamentos en diferentes puntos del planeta y realizando ejercicios anfibios con naciones aliadas y amigas, que sirven para reforzar lazos y para generar una formación que permita a distintas fuerzas integrarse y hasta, sin especiales problemas, combatir juntas.
Militares turcos navegando cerca del “Castilla” de la Armada española, que será actualizado a la mitad de su vida útil (foto SHAPE).
Europa
En Europa es Italia quien viene liderando su capacidad expedicionaria y lo ha demostrado con un reciente crucero de varios de sus navíos más importantes, encabezados por el portaaviones C550 Cavour, que ha sido recientemente modernizado para operar con los cazabombarderos furtivos F-35B, por aguas del indo-pacífico. Su flota actual, que se inscribe en el concepto CNPM (Capacità Nazionale di Proiezione dal Mare), que se apoya en capacidades de tipo conjunto, está asentada por 5 navíos de cubierta corrida de gran potencial, que incluyen al reciente LHD L9890 Trieste de 33.000 ton, con cubierta de vuelo, donde pueden tomar simultáneamente 9 helicópteros; el portaaviones C551 Giuseppe Garibaldi, que parece que pronto se dará de baja; y los tres LPD, San Giorgio, San Marco y San Giusto, que pueden proyectar un batallón anfibio reforzado cada uno.
Estas últimas naves van a ser sustituidas, dentro de un plan de inversiones valorado en uno 12.500 millones de euros, por 3 LXD ya autorizados, que tendrán un desplazamiento superior a las 16.000 ton., una eslora de 160 m., contarán con zona de aterrizaje a proa para 2 helicópteros y serán previsiblemente entregados entre 2028 y 2032.
Otras naciones europeas con buena capacidad expedicionaria y buques anfibios operativos incluyen a Reino Unido, que, apoyándose en sus famosos Royal Marines, que son unas tropas anfibias muy experimentadas y con un real potencial de intervención de carácter global, opera actualmente con 5 naves principales, que incluyen 2 grandes LPD del tipo Albion, de 19.560 ton. y 176 m., que aportan sus capacidades para proyectar fuerzas de superficie y contingentes con helicópteros; y 3 Bay, de unas 16.000 ton., que cubren, asignados a la Flota Real Auxiliar, cometidos de apoyo y transporte similares a los de ferries de grandes dimensiones.
Francia que, apoyándose tanto en les Troupes de Marine de l’Armée de Terre como de elementos de Operaciones Especiales de su Marine Nationale, operaría desde 3 portahelicópteros Mistral de gran porte, al desplazar 21.500 ton. y aportar una gran capacidad para llevar todo tipo de material o un amplio contingente de helicópteros de transporte y ataque Tigre. Holanda es capaz de, uniendo las sinergias de su Korps Mariniers con las de los LPD Rotterdam y Johan de Witt, establecer un contingente efectivo y resolutivo.
España que dispone de las 2 naves del tipo Galicia de unas 15.000 ton., que son casi idénticas al primero de los anteriores y las complementa con el L61 Juan Carlos I, que es un portaaviones de 26.000 ton. capaz de llevar aviones AV-8B Harrier Plus y helicópteros y material y personal del Tercio de Armada, pudiendo estos 3 buques, junto a un petrolero de Flota, trasladar a unos 1.500 infantes de marina con medios de combate y logística para actuar durante varias semanas en emplazamientos bien alejados del territorio peninsular y apoyar así acciones defensivas u otras que sean de interés nacional.
La capacidad del diseño BPE (Buque de Proyección Estratégica) L61 de Navantia llamó pronto la atención de otros países y su concepción ha derivado en el TCG Anadolu que Turquía ha construido localmente -platean obtener 1 más similar-, adaptado a operar con UCAV; y 2 más, el Canberra y Adelaide, que llegaron a mediados de la pasada década a la Marina Australiana y hoy conforman un potencial nada desdeñable, al conjugar capacidades como la de transporte de 1.200 militares y cientos de vehículos, su dique inundable para operar con lanchas LCM y pista de vuelo que podrá recibir en un futuro potenciales tan creíbles como las que aportarán los F-35B.
El caso ruso
Frente a la capacidad occidental, Rusia tiene un potencial limitado, que ha sido parcialmente empleado en Ucrania. Al principio de la invasión se supo que sobre un millar de los infantes de marina rusos habían sido proyectados en un asalto con buques a un punto que distaba medio centenar de km. de Mariupol, acción paralela a otra de transporte que llevó ese mismo tipo de militares al puerto de Odesa.
No ha habido, oficialmente, otras acciones de cierta envergadura con los 6 navíos de porte contenido que el Kremlim movió a las aguas del Mar Negro y de los que, al menos uno, el Saratov, que era un lanchón de desembarco de 61 ton., fue atacado con aeronaves no tripuladas TB2 Bayratkar y resultó hundido.
Pese al uso contenido de recursos navales, probablemente por el impacto sufrido tras el hundimiento del crucero Movska en abril de 2022, Rusia dispone de un activo anfibio nada desdeñable, pero poco preparado para ser usado en acciones expedicionarias complejas, en el que se incluye una flota de una quincena de LST de los proyectos 775 Ropucha, 1171 Tapir y 11711 Ivan Green, habiendo previsto incorporar un total de 4 de estos últimos y complementarlos con 2 LHD Ivan Rogov de diseño propio, que desplazarán unas 40.000 ton. y, previsiblemente, entrarían en servicio a final de esta década.
Completaremos este apunte sobre el auge de los navíos anfibios expedicionarios diciendo que Argelia recibió un LPD en 2015 del tipo San Giorgio mejorado, Egipto se hizo con 2 Mistral, en principio construidos para Rusia; y Brasil se ha decantado por compras de segunda mano, que incluyen el Bahía en 2016 a la Marine Nationale y en 2018 el potente NAM (Navio Aeródromo Multipropósito) A140 Atlântico, cuando sólo llevaba veinte años en servicio con la Royal Navy. (Octavio Díez Cámara)