El control del entorno marítimo es de la máxima importancia para garantizar la defensa y seguridad en Europa. La industria naval se convierte por ello en un sector estratégico: la vigilancia de los espacios marinos, la lucha contra el terrorismo y la piratería, la inmigración ilegal y los tráficos ilícitos, etc., constituyen tareas irrenunciables para la protección de la soberanía e intereses, tanto nacionales, como de la UE, a los que sus fuerzas navales deben hacer frente, tal y como son recogidos en la Estrategia de Seguridad Nacional del 2017 y la Estrategia de Seguridad Marítima.
Cabe destacar que España es el 5º país de la Unión Europea en km. de costa, tiene la mayor flota pesquera de la UE, y es responsable de la vigilancia del estrecho de Gibraltar, por donde pasa una de las 10 rutas marítimas más transitadas del mundo.
En este contexto, Navantia aporta la respuesta industrial y tecnológica a las capacidades navales que afectan a los intereses esenciales de la Defensa y Seguridad Nacional. Dispone de capacidad tecnológica e industrial propia que le permite diseñar, construir y sostener durante todo su ciclo de vida cualquier tipo de buque militar. La capacidad de integración de sistemas complejos desarrollada por Navantia es la actividad más determinante en el funcionamiento de toda la cadena productiva de un buque militar.
Asimismo, históricamente se ha desarrollado un modelo de cooperación de éxito entre el Ministerio de Defensa con Navantia, que, además de dotar al país de mayor seguridad y capacidad de defensa con buques para la Armada, abre la posibilidad de retorno de la inversión inicial, con la exportación de buques con diseño y tecnología propios.
foto: Javier Romero Yacobi, Director de Estrategia de Navantia
En este sentido, Navantia desarrolla, diseña, integra los sistemas, construye y prueba el producto definido conjuntamente con el Ministerio de Defensa y la Armada y lo convierte en realidad. Con esta capacidad y autonomía, y una vez que el buque está en operación cumpliendo con las misiones encomendadas, como ocurre por ejemplo con las fragatas F-100, LHD, etc., es capaz de exportar estos diseños probados mediante contratos de transferencia de tecnología, por ejemplo, como ocurrió con las fragatas para la Marina noruega, los destructores AWD para Australia o los buques anfibios TLHD, tanto para la Marina australiana como la turca.
Por otro lado, en los últimos años han aparecido retos que tiene que afrontar la industria naval de defensa española, de manera que sea capaz de mantener y consolidar las capacidades industriales y tecnológicas desarrolladas en las últimas décadas.
El primer reto, es un entorno internacional más competitivo y, en particular, la irrupción de nuevos astilleros en el mercado naval militar. La reducción del gasto e inversión en defensa en Europa desde la pasada crisis financiera, junto con la introducción en la última década en el mercado de exportación naval militar de astilleros asiáticos, ha derivado en un entorno cada vez más competitivo.
El segundo reto para industria naval militar española es el mantenimiento del volumen de exportación alcanzado en las últimas 2 décadas y que implica aproximadamente un 50 por ciento de la facturación total de Navantia. En este sentido, la consolidación de la cuota de mercado y del volumen de exportación en el mercado naval obtenidos por Navantia desde su creación es fundamental para mantener las capacidades industriales y actualización tecnológica, complementando la demanda nacional
El tercer reto para la base industrial de defensa española es el cambio de modelo de negocio y de actividades demandadas, de manera que existe una creciente demanda de transferencia de tecnología para el diseño, construcción local, asesoramiento en procesos, tanto de gestión de programas, como de producción y adaptación de instalaciones.
El cuarto reto es la creciente sofisticación de productos y servicios y la demanda a la industria de integrar sistemas cada vez más complejos. Así, la situación geopolítica cambiante y un contexto operacional en evolución llevarán a las marinas a operar en el extremo superior del espectro de amenaza e intensidad y a navegar en áreas remotas y extensas con tripulaciones cada vez más reducidas. Todo ello se traduce en poner mayor énfasis en la detectabilidad, la capacidad de supervivencia, la perseverancia y el endurecimiento del combate en comparación con la generación anterior; capacidades para navegar y operar en climas más extremos; mayor adaptabilidad a diferentes perfiles de misión; tripulación reducida para operar el buque a través de la autonomía y la automatización e integración de tecnologías innovadoras y sistemas de armas contra nuevas amenazas. En resumen, desde el punto de vista del producto, la industria naval se enfrenta a una creciente sofisticación e integración de disrupciones tecnológicas, que aumentan la complejidad de los programas y los riesgos, y la necesidad de tener un personal altamente cualificado.
El quinto reto para la industria naval militar, y de defensa en general, es dar respuesta al objetivo de la UE de disponer de autonomía estratégica que asegure su defensa, por lo que la industria naval militar española tiene que fortalecer su posición ante el creciente interés en avanzar hacia una autonomía y consolidación estratégica en Europa, con la visión de invertir en defensa de forma más optimizada y eficiente
Y, finalmente, el último e importante desafío para la industria naval militar, y para la industria en general, es la transformación digital y sus implicaciones en las personas, productos, procesos e instalaciones. La transformación digital busca, fundamentalmente, la mejora sustancial de la calidad y la competitividad del producto fabricado, así como la definición de nuevos modelos de productos y negocios apalancados en la digitalización, la explotación de datos y la inteligencia artificial. En este sentido, la sofisticación de los productos y la integración de disrupciones tecnológicas (Industria 4.0, que requiere entornos colaborativos, digitales y mayor conectividad) aumentarán la complejidad de los programas navales y los riesgos.
Finalmente, hay que considerar que, si estos retos son abordados y resueltos correctamente, pueden transformarse en grandes oportunidades para industria naval militar española. (Javier Romero Yacobi, Director de Estrategia de Navantia)