El análisis que se hace en cuestiones relacionadas en la Defensa desde fuentes externas al propio entorno militar suele hacer un énfasis especial en la relación entre el coste de adquisición de los diversos sistemas de armas y su encaje presupuestario para pagarlo a lo largo de un periodo de años que suele ser cada vez mayor.
Aún más lo es el relativo a la referencia a la vida de un equipo. En la Armada vienen realizando desde hace muchas décadas análisis exhaustivos de lo que supone incorporar un nuevo tipo de navío, porque al coste de la propia plataforma hay que añadir otros, como el del proyecto que le da lugar, que se enmarcan dentro de lo que se conoce como ciclo de vida.
Este último sería el periodo estimado en que estará activo, desde que entra en servicio hasta que se da de baja. El gasto directo e indirecto asociado a esos años en que un navío, aeronave u otro sistema está siendo usado por las diversas estructuras de la Armada incluye desde la remuneración de aquellos que conforman su tripulación hasta el combustible y posibles reparaciones.
También lo que serán algunos consumibles al operarlo, como municiones o misiles que se requerirán para instruir a los que operan el equipo, y una necesidad especialmente relevante, la de modernizarlo a mitad de su vida útil, lo que en términos específicos de lo que aquí analizamos estaría referenciado por el concepto MLU (Mid Life Update) que estaría perfectamente asociado a los diferentes tipos de naves.
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Los submarinos son naves más complejas que suelen requerir sobre el 200% de lo que cuesta comprarlos durante los años de servicio. (Armada)
Hace unas pocas semanas, en la feria Exponaval que tuvo lugar en Chile, se produjo una interesante exposición relacionada con la Armada española y los diferentes conceptos operativos en cuanto a sus naves, las futuras adquisiciones o las propias instalaciones -bases, astilleros, …- donde se centralizan, mantienen o reparan.
El vicealmirante Nicolás Lapique Martín, Director de Ingeniería y Construcciones Navales de la Armada (ADIC), dio un dato preciso y especialmente relevante de lo que supone el gasto asociado a lo que es el ciclo de vida. Para las unidades de superficie cifró que, aproximadamente, requerirán entre un 120/130% de gasto adicional al propio de lo que es la adquisición, dato que se referiría a una vida estimada de entre 35 a 40 años, que son los que una fragata, anfibio o patrullero suele estar en uso antes de su retirada.
Más oneroso es para la Armada operar los submarinos. Estimó que el coste de su ciclo de vida es de alrededor del 200% del de su compra, destinándose a sus carenas, grandes carenas o modernizaciones nada menos que el doble de lo que cuesta su obtención a los presupuestos el Ministerio de Defensa.
Ambos datos, referidos específicamente a la Armada, son relevantes a la hora de programar como encajar la obtención de un nuevo tipo de buque en el proceso presupuestario propio de muchas décadas. Muchos analistas externos no tienen en cuenta los costes del ciclo de vida en sus afirmaciones, dato que es concluyente y define con precisión lo que costará en total un determinado buque. (Octavio Díez Cámara)