La ministra de Defensa Margarita Robles lleva aproximadamente tres meses desde que el pasado 6 de junio fue elegida para el cargo por el presidente del Gobierno Pedro Sánchez. Desde entonces pocas son las noticias concretas relativas a presupuestos y programas de las Fuerzas Armadas que se han dado a conocer y mucha la incertidumbre que se está generando en lo que a la planificación de las adquisiciones del Ministerio y los programas que están ya en curso.
En su última entrevista, en este caso para Europa Press, la ministra volvió a cargar contra el Partido Popular y el anterior gobierno por la gestión de los programas e incluso por la forma en que se habría realizado el traspaso de poderes.
En dicha entrevista solo se refirió a dos programas con los que el Gobierno estaba comprometido como son los de la fragata F-110 y el submarino S-80, ambos del astillero público Navantia, propiedad de la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales, es decir, públicos. Este ha sido el único mensaje medianamente claro que se ha transmitido, buscando probablemente la tranquilidad de los sindicatos y la anhelada paz social.
De nuevo Robles volvió a valorar como inviable el denominado ciclo inversor de los 10.000 millones de euros anunciado a bombo y platillo por el anterior Ministerio pero que tampoco llegó a materializarse antes de la moción de censura que expulsaría del Gobierno al Partido Popular. Sí anunció la intención del Gobierno de no recurrir a la figura del crédito extraordinario con el que el anterior gobierno fue parcheando algunos de los Programas Especiales de Armamento “sin hacer un estudio serio y detallado” de las necesidades.
Por el contrario, tras la última cumbre de ministros de Defensa de la OTAN, España siguió dejando claro que no es capaz de comprometerse a afrontar el compromiso de Cardiff de 2014 de incrementar el porcentaje de inversión en Defensa del 2 % respecto al PIB. La anterior ministra se habría comprometido ante el secretario general de la OTAN Jens Stoltenberg a alcanzar el 1,53 % en 2024, si bien en 2017 la cifra sigue siendo de las más bajas con un 0,92 %.
Está claro que los socios que han llevado a la presidencia a Pedro Sánchez no van a apoyar medidas expansivas del presupuesto de Defensa aunque el incremento del gasto público sea una de las vías que maneja el actual gobierno para compensar la desaceleración de la economía. No sería de extrañar que en los próximos años se planteara la enésima “reestructuración” de las Fuerzas Armadas que incluiría una significativa reducción del personal (usado el manido argumento de la tecnificación de los sistemas de armas) y que fuera acompañada de la consiguiente reducción también del presupuesto destinado a adquisiciones, mantenimiento y funcionamiento.
El desconocimiento de la cartera y del sector por parte de la ministra parece claro, situación que se viene dando recurrentemente en anteriores gobiernos, si bien en otras ocasiones el cargo político procuró acompañarse de brazos derechos en forma de Secretario de Estado de Defensa (SEDEF). La elección de Angel Olivares para este caso tampoco ofrece grandes esperanzas dada su elección previsiblemente por la confianza que en este tiene la ministra después de tenerle a su cargo entre 1.994 y 1.996, periodo en el que coincidieron, la primera como secretaria de Estado en el Ministerio de Interior (número dos del ministro de Justicia e Interior Juan Alberto Belloch durante la última legislatura del gobierno de Felipe González) y el segundo como Director de la Policía Nacional.
Programas
Mientras los que iban a ser programas vertebradores de la industria de Defensa en fechas recientes como el Vehículo de Combate de Ruedas (VCR) 8x8 o la citada fragata F-110 siguen sin definirse, tampoco se afrontan los retos del futuro a medio o largo plazo como el de la adquisición de aviones de combate de próxima generación que deberán reemplazar no solo a los F-18 más veteranos, sino a los Eurofighter Typhon. La participación meramente como observador de España deja claro que salvo cambios no vamos a tomar parte en otro gran programa internacional, habiendo quedado claro que en Europa Alemania y Francia marcan el camino con sus acuerdos bilaterales.
Quedan por el momento sin solucionarse necesidades acuciantes para las Fuerzas Armadas que irían de la mano de socios europeos, caso por ejemplo de los aviones de patrulla marítima, de inteligencia, de transporte o reabastecimiento por citar algunos ejemplos. Si en Europa nos estamos convirtiendo en unos parias como aliado en programas de Defensa, al otro lado del Atlántico tampoco lo tenemos fácil, porque en el caso del avión de combate F-35, no somos socios del programa desde su comienzo, no hemos aportado un céntimo y se nos escapa por su enorme coste.
Para los únicos programas que se han anunciado algunas medidas son los citados del S-80, o los satélites de comunicaciones, para los que se aprobaron las partidas a finales de julio. A comienzos de ese mes se anunciaron 5.000 millones para los cuatro programas prioritarios si bien han quedado sin recibir fondos los helicópteros Chinook o NH90, dándose el caso de la urgencia de formalizar la participación en los Chinook, como ya hemos detallado en varias ocasiones o incluso afrontando penalizaciones en el caso de los aparatos de Airbus Helicopters.
Durante su primer mes, la ministra dejó claro que las principales cuestiones son las relacionadas con políticas sociales, las relacionadas con mejorar la calidad de vida de los militares o las relacionadas con la cultura de defensa, todas ellas de gran importancia pero que deben acompañarse de los necesarios esfuerzos inversores en la adquisición y sostenimiento de los mejores medios posibles para que los profesionales de las Fuerzas Armadas puedan realizar su trabajo en las mejores condiciones posibles. (José Mª Navarro García)
Fotografía: La ministra de Defensa visitó a finales de julio la Flotilla de Submarinos de la Armada en Cartagena (Ministerio de Defensa)