Hace un año, con la pérdida del submarino argentino “San Juan” que ha sido localizado recientemente a mil metros de la superficie del Atlántico, se relanzó de nuevo la necesidad de dotar a la Armada española con un navío capaz de apoyar acciones de salvamento y rescate especialmente complejas. La tarea la realiza actualmente el navío Neptuno, que recibió esa denominación en 1999 tras haber adoptado la precedente de Mar Rojo, se ha contemplado en la planificación de futuras construcciones militares, ahondando en la necesidad de un nuevo barco de intervención subacuática que podría estar inspirado en el concepto BAM (Buque de Acción Marítima).
Su alta y entrada en servicio podría coincidir con la del primer submarino del tipo S-80, prevista para 2022, aunque si tenemos en cuenta los plazos entre el encargo y la finalización de la construcción no tenemos claro que el ahora designado BAM-IS pudiese estar completado y operativo en ese breve plazo temporal. Entretanto se produzca la decisión formal que permita acometer su adquisición, para lo cual parece ser se barajan varios diseños y hasta la posibilidad de que sea un astillero distinto a Navantia quien pudiese suministrarlo, lo que la Armada está haciendo es mejorar las capacidades del actual Neptuno, transformación que ha llevado a que ya se le haya instalado un novedoso equipo de comunicaciones por satélite SECOMSAT que amplía la capacidad de Mando y Control y mejora sus habilidades para participar en operaciones en las que se incluyan unidades tanto militares como civiles.
Coincidiendo con la finalización del 2018 se ha programado una decisión que mejorará más aún su capacitación. Se ha previsto comprar un nuevo vehículo submarino pesado operado a distancia (ROV, Remotely Operated underwater Vehicle) con el que reemplazar al actual Navajo que se recibió en 2005 y es de tipo ligero. La llegada del nuevo ROV supone la mejora del potencial de la nave para intervenciones subacuáticas en sondas de hasta mil metros de profundidad, tres veces más que el actual que sólo puede alcanzar los trescientos. Se contempla que el nuevo vehículo pueda acoplar, sin ayuda de buzos, mangueras de ventilación a un submarino hundido, lo que ampliaría de forma muy positiva su capacidad para determinadas operaciones de salvamento.
Tal es el potencial del mismo que podría optarse, incidiendo en una necesaria optimización de los recursos, por aprovecharlo para el BAM-IS, pues su llegada aportaría experiencia en la operación con ese tipo de sistemas y se trataría de un equipo con muy pocos años de uso, lo que aconsejaría mantenerlo en activo durante al menos hasta mediados de la próxima década. Entre los candidatos se encontraría el Seaeye Tiger de Saab o el Argus Mariner XL que pueden alcanzar la profundidad requerida, incluyen varios canales de video, han sido diseñados con elementos mecánicos controlados a distancia para determinadas manipulaciones y tienen una óptima maniobrabilidad. (Octavio Díez Cámara)
Fotografías: El Neptuno va a recibir en los próximos meses un nuevo ROV pesado que ampliará el potencial del ligero que actualmente embarca. (Armada)
·El rescate de submarinos con problemas es una capacidad que la Armada va a mejorar en con varias adquisiciones. (Armada)
·Se han evaluado varias opciones de vehículos tipo ROV que sean capaces de inmersiones hasta mil metros, un requisito técnico que define la compra del nuevo sistema. (MBARI)