Las responsabilidades de Chile en la Antártica se extienden en el espacio aéreo al sur del paralelo 60° Sur, entre los meridianos 52º y 131° W, donde debe aplicar el Convenio Sobre Aviación Civil Internacional y sus normas, métodos y recomendaciones expresadas en los anexos técnicos del Convenio, en concordancia con el Tratado Antártico Internacional.
Las competencias para ello le fueron otorgadas por la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI) en sucesivas reuniones regionales de navegación aérea de las regiones Sudamérica y Pacífico. Asimismo, comparte responsabilidades por el suministro de los Servicios de Navegación Aérea (ANS) y de Búsqueda y Salvamento (SAR), en el Continente Blanco con Argentina, Australia, Nueva Zelandia y Sudáfrica que al igual que Chile, proyectan sus Regiones de Información de Vuelo australes hasta el Polo Sur. El creciente tráfico aéreo antártico tiene que ver con la capacidad de las nuevas generaciones de aviones de transporte y de las tecnologías para la navegación, que permiten la realización de Vuelos Transcontinentales, referidos a los vuelos entre continentes, cuyas trayectorias cruzan espacio aéreo antártico al sur de la latitud 60º S, sin intenciones de aterrizar u operar en la Antártica.
En este caso, se encuentran los vuelos transpacífico austral, entre Australia/Nueva Zelanda y Argentina/Chile, que no siguen rutas preestablecidas (aerovías), sino que aplican el concepto “User Preferred Routes -UPR” más eficientes, basadas en tecnologías de navegación y comunicación satelitales. Un segundo aspecto a considerar es el aumento de los Vuelos Intercontinentales, es decir, vuelos de carácter logístico y comercial que operan entre la Antártica y aeropuertos fuera de ella, realizados por aeronaves de carga y pasajeros con tren de aterrizaje terrestre (ruedas) con capacidad para operar en pistas de hielo.
Finalmente, están los Vuelos Intracontinentales, entre aeródromos y helipuertos antárticos que están situados al interior del continente, los cuales son realizados por bimotores livianos y monomotores, dotados de esquíes y helicópteros, que pueden o no pertenecer a programas antárticos. Se trata de aeronaves que pueden aterrizar en pistas semipreparadas o provisorias, de hielo o nieve, lo que les otorga una gran flexibilidad y les permite alcanzar cualquier punto en la Antártica.
En general, se trata de aeronaves operando en un ambiente de alto riesgo por condiciones meteorológicas adversas, sobre zonas carentes de infraestructura aeronáutica y aisladas, que pueden requerir asistencia SAR o bien que operan en áreas de alta sensibilidad medioambiental (concentraciones de aves o mamíferos) con aviones generadores de ruidos y/o gases contaminantes. Lo anterior plantea el desafío de disponer de tecnologías que le permitan facilitar el conocimiento y monitoreo de los vuelos a los proveedores de Servicios de Navegación Aérea (ANS) y que apoyen al SAR para que pueda actuar en forma oportuna, en un escenario único y de alta complejidad.
Por lo anterior, hoy más que nunca, urge que los ANS pongan a disposición de la comunidad aeronáutica internacional para soluciones tecnológicas que satisfagan estos nuevos desafíos y que les faciliten a los usuarios la presentación de planes de vuelo y el acceso a información aeronáutica relevante para el vuelo antártico seguro.