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Domingo, 1 de diciembre de 2024 Iniciar Sesión Suscríbase

Operación “Tormenta de Nieve”, la ofensiva rusa de invierno en Ucrania: ¿el principio del fin?

Operación Tormenta de Nieve: soldados rusos en uniforme de invierno en el sector de Avdiivka.
Operación Tormenta de Nieve: soldados rusos en uniforme de invierno en el sector de Avdiivka.

Desde que la fallida contraofensiva ucraniana se dio por fracasada (fracaso hasta la saciedad maquillado), los rusos no han parado de realizar acciones que, sin espectaculares resultados, se materializan en pequeños y constantes avances. Hay quien opina que estas acciones pudieran ser el preludio de una inminente ofensiva a gran escala denominada “Operación Tormenta de Nieve”.

Moscú ni niega ni confirma la existencia de tal tormenta, actitud que parece lógica tratándose de un asunto militar. Recordemos que la contraofensiva ucraniana se produjo tras meses de entusiastas anuncios y recordemos también que se saldó con muy desafortunados resultados, entre otras cosas por haberla anunciado a los cuatro vientos con tan ilusorio como imprudente triunfalismo. A pesar de la confusa discreción, hay ciertos indicios que apuntan a que Moscú podría estar a punto de lanzar una operación de importancia, reflexionamos sobre tal posibilidad.

El fracaso de la ofensiva de verano ha obligado a las fuerzas ucranianas a establecerse en defensiva durante el invierno.

La opinión pública

Hasta ahora los resultados de la denominada por Putin “Operación Militar Especial” han sido más bien modestos, aunque no tanto como algunos medios (impenitentes replicantes de los comunicados de la Inteligencia Británica o de la Ucraniana, que al fin y al cabo es la misma) pretenden. Según Moscú y su propaganda (tan mendaz y fulera como cualquier otra) las cosas no van tan mal, pues se están consiguiendo los objetivos que se plantearon: proteger a la población rusa y “desmilitarizar/desnazificar” al vecino país.

El primer objetivo - según el Kremlin - va bien, pues la protección de la población rusa del este de Ucrania ya se ha conseguido con la “liberación” de la gran mayoría de los territorios rusos. Esto no es del todo incierto pues, de hecho, el terreno ocupado coincide, más o menos, con el que históricamente perteneció al Imperio Zarista (la denominada Nueva Rusia incorporada por Catalina la Grande allá por el Siglo XVIII), regiones donde vive población de origen y sentimiento ruso.

Respecto al segundo objetivo, según el Kremlin, la destrucción de las Fuerzas Armadas ucranianas es la vía de desmilitarizar/desnazificar el país; este tema, así planteado, también tiene su parte de verdad, pues las perdidas ucranianas, sobre todo en este segundo año, son terribles.

Aunque en Occidente se tachen de delirante fanfarria, los argumentos de Putin en relación con la intervención en Ucrania son aceptados por la inmensa mayoría de la población rusa, y así se constata en la alta y estable popularidad de presidente ruso. Entre febrero del 2020 y febrero del 2022 el porcentaje de rusos que apoyaban la gestión de Putin se movía entre el 60 y 70 %; desde que comenzó su “Operación Militar Especial” no ha bajado del 80 % (la serie más alta de los últimos ocho años).

El próximo 22 de febrero se cumplirán dos años del inicio de la denominada “Operación Militar Especial” por lo que celebrar este segundo aniversario con alguna sonada victoria no vendría nada mal. Mucho más si tenemos en cuenta que Rusia celebrará elecciones presidenciales a mediados de marzo. A este respecto diremos que no cabe esperar grandes sorpresas; el que conozca a los rusos sabrá que cualquier opositor que reciba explícitamente apoyo occidental o sea patrocinado desde exterior está condenado al fracaso (al menos mientras sigan teniendo aquel “alma rusa” que ni Pushkin supo explicar). Ucrania también debía celebrar elecciones presidenciales en el primer semestre del 2024, pero Zelensky, que no debe tenerlas todas consigo, ha preferido suspenderlas.

Las embarcaciones neumáticas en el Dniepper resultan objetivos muy vulnerables para los drones.

La situación en el frente

Como señalamos al principio, en los últimos meses no se han registrado operaciones de gran envergadura, ni tampoco grandes movimientos en la línea de contacto. El frente se encuentra estancado, lo que no quiere decir que permanezca inactivo. De hecho, los rusos, tras el cierre en falso de la contraofensiva de Kiev, han tomado la iniciativa y, a costa de un gran desgaste, van recuperando terreno día a día, metro a metro. Sin embargo, esta lenta inercia podría sufrir cambios significativos pues en estos últimos días se está registrando un importante aumento de la actividad en todos los sectores.

Entre las zonas más calientes podemos citar algunas como Avdiivka cuyo destino, en un artículo publicado en octubre pasado (“Avdiivka ¿la nueva Bajmut?”), asimilábamos al de Bajmut. Unos meses después, los hechos parecen darnos la razón, pues la historia se repite. La presión rusa es incesante, la resistencia ucraniana numantina y el desgaste en ambos bandos descomunal. Sin embargo, el resultado final se antoja análogo, en el momento presente el enclave se encuentra prácticamente cercado: los suministros, los relevos y las evacuaciones son cada vez más difíciles y, salvo sorpresa, parece que la defensa no podrá prolongarse más allá de algunas semanas, puede que días.

Otro sector de interés es el Dniepper, donde los ucranianos emprendieron una de las últimas acciones en el marco de la contraofensiva. En una audaz operación las tropas de infantería de marina cruzaron el cauce fluvial y lograron establecer una cabeza de puente en Krinki, un pueblo situado en la margen izquierda de este río.

La presencia de tropas chechenas en el frente suele ser indicio de alguna acción de importancia.

Sin embargo, la ampliación de la citada cabeza no fue posible y el mantenimiento del enclave se convirtió en una nueva sangría. El abastecimiento, así como el traslado de reemplazos y la evacuación de heridos, se hacía con pequeñas embarcaciones que, en gran número, han sido presa del ataque de drones. El destino de Krinki también parece estar sellado, pues según las últimas informaciones ya son menos de un centenar los soldados ucranianos que aguantan en la orilla rusa del río.

Finalmente hemos de señalar que también se aprecia una muy particular actividad en Kupiansk. En esta zona es muy relevante la presencia de un creciente número de helicópteros de ataque K-52 Alligator que intentan dar caza a los medios acorazados de Kiev desplegados en la zona. Además, los enfrentamientos se han recrudecido en todo el frente con combates en Terny, Krakhmalnoye y Sinkovka.

Finalmente, hace tan solo unos días, el pasado 23 de enero, fuerzas rusas cruzaron la frontera al sur de Belgorod y ocuparon el pequeño pueblo de Pletnevka. La actividad en esta zona puede interpretarse en doble forma, o bien los rusos van a intentar ocupar todo o parte de la oblast de Jarkov o bien se trata de una acción de diversión para distraer fuerzas y atención de otros sectores (nosotros nos inclinamos por esta segunda opción).

Finalmente y muy importante, no podemos dejar de referirnos a algunas maniobras que se realizan lejos del frente. Aunque se llevan con el lógico secreto y sigilo, parece que los rusos están acumulando importantes cantidades de medios las oblasts de Zaporiyia y Jerson, incluyendo puentes modulares. Pero además de los movimientos logísticos de material, también se están trasladando unidades de refresco a esta misma zona, entre otras algunas unidades chechenas cuya salida ha sido publicitada por su muy mediático presidente.

Por último resulta obligado hacer referencia a la cronología. Las tierras negras de Ucrania se hacen impracticables con las lluvias de primavera; sin embargo el terreno ahora se encuentra helado, lo que permite el movimiento de vehículos de todo tipo, incluyendo blindados y carros de combate. Además los rusos siempre han confiado en el general “Invierno” y se sienten cómodos luchando bajo cero. Pero el hielo tiene los días contados: o se ataca en las próximas semanas o el general Invierno se retirará hasta el año que viene.  

Conclusión

Creemos que febrero será un mes climatológicamente gélido pero operativamente muy caliente: ¿el principio del fin?

 


 

 

 


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