(defensa.com) Entrevistamos a Pablo Sapag Muñoz de la Peña, profesor e investigador de la Universidad Complutense de Madrid y del Centro de Estudios Árabes de la Universidad de Chile. Especializado en Oriente Próximo, nos expone su análisis sobre la situación del conflicto sirio y el controvertido papel que en él están jugando las potencias internacionales. Para Sapag el objetivo final de muchas potencias en el conflicto sirio es aislar a Irán y reforzar la posición de Israel en la región.
La llegada a Siria de misiles antiaéreos rusos S-300 ha abierto una nueva brecha en el plano internacional en relación con este conflicto que enfrenta la visión de las grandes potencias. ¿Qué suponen los S-300 para el régimen de Bachar al Asad en la situación actual?
En primer lugar hay una enorme propaganda en contra de Siria por parte de muchísimos medios de comunicación y en ningún momento se ha especificado desde el Gobierno sirio que hayan llegado los S-300. Lo único que se ha aclarado es que Rusia ha ido cumpliendo las entregas pactadas de armamento con los contratos que se firmaron años atrás. Además, el Gobierno sirio tampoco tiene que entrar en esa provocación propagandística y confirmar estos rumores, que por cierto afectan a la seguridad nacional siria. Si este envió fuera cierto, eso significaría que el gobierno de Al Assad es hoy todavía más fuerte.
Pero, ¿cuál es hoy el valor estratégico de este armamento para el Gobierno?
La única opción de atacar a Siria es creando una zona de exclusión aérea, y lo que se consigue con el escudo anti misiles S-300 es disuadir a las potencias que podrían estar interesadas en que se llegue a este punto. En este momento, el Ejército Árabe Sirio está imponiéndose militarmente y la mayoría de la población apoya a Al Assad. No hay que olvidar que el objetivo final de muchas potencias implicadas en este conflicto, que ya se está alargando mucho más de lo que se pensaba, es aislar a Irán, que es el gran enemigo de Israel, de las potencias suníes de la zona y de los países occidentales liderados por EEUU.
El otro objetivo es reforzar la posición de Israel en Oriente Medio. Acabando con el Estado sirio, Israel se garantiza durante mucho tiempo su supervivencia en un entorno regional que es hostil para sus intereses.
En ese caso ¿el conflicto Sirio no sería más que otra pieza en la partida de ajedrez en que se ha convertido Oriente Medio?
Lo que ocurre es que Siria, que es un país enormemente complejo, no tiene tanto un problema interno como uno externo. El objetivo principal es sacarle del mapa geoestratégico de la zona. En el frente externo encontramos una alianza de potencias musulmanas suníes formada por Turquía, Arabia Saudí y Qatar, que coinciden en su interés de derrotar a Al Assad con Francia, Reino Unido y EEUU. Eliminar a Siria supondría debilitar a Irán y Hezbolá, y en definitiva, acabar con el frente de la resistencia a Israel y los países occidentales, aunque para ello haya que lamentar la pérdida de miles de sirios. Por eso hemos llegado a este punto donde tras dos años y medio se ha demostrado que ni siquiera armando a grupos radicales se ha conseguido tumbar a Al Assad.
De esta manera, la única opción que les queda a estas potencias aliadas es una intervención directa, que por ahora solo se plantea por vía aérea, aunque ello igualmente supondría un alto desgaste militar, político y económico. Además, habría que ver si realmente eso le da un poco de oxígeno a los que atacan sobre el terreno, es decir, la oposición armada a Al Assad.
¿A qué se refiere cuando habla de complejidad siria?
El caso del Estado sirio es muy complejo, sobre todo porque es un estado aconfesional, y esa es la clave para garantizar la multiconfesionalidad de la sociedad siria. Se ha vendido que había muchas similitudes con Gadafi, pero el papel que ha jugado y juega Al Assad no es el que tuvo el libio. Si atendemos a la pluralidad política, en Siria hay varios partidos políticos, cosa que tampoco se ha explicado desde los medios de comunicación afines a las potencias aliadas.
Posiblemente sea el país más sofisticado, por complejo, del mundo, porque su política está muy diversificada y tiene en su haber el componente multiconfesional histórico que siempre ha caracterizado a esta nación. No debemos olvidar que Siria es la cuna de la civilización multiconfesional.
¿Qué puede suponer para el Gobierno que el conflicto se haya alargado más de dos años?
Paradójicamente Siria puede salir como un estado enormemente reforzado de esto. Ningún estado del mundo aguanta semejante presión, con países enfrente tan poderosos que quieren que su gobierno caiga. Importante es también que la población no está dispuesta a renunciar a la oposición histórica y permanente de Siria al estado de Israel. Ahora mismo, Siria se enfrenta a un conflicto en el que, junto a grupos guerrilleros, el terrorismo y sus tácticas juegan un papel muy importante.
En los últimos dos meses, el Ejército Árabe Sirio ha ganado mucho territorio, sobre todo ha logrado cortar líneas de aprovisionamiento de varios grupos terroristas. El gran problema es que en Siria no se daban las condiciones por las que una mayoría de un 60% o cercana a ese porcentaje deseara la salida de Al Assad a cambio de la renuncia a las históricas señas de identidad de Siria: la multiconfesionalidad y la resistencia al colonialismo y las imposiciones exteriores, porque no podemos ocultar que el grueso de la oposición es islamista y desea un estado islámico monoconfesional.
Otro de los puntos más importantes del conflicto es cómo se manipula la información, por ejemplo con el número de muertos. Se habla de cifras mucho más altas, pero tal vez sólo llegarían hasta 40.000, que en todo caso es un dato terrible. Por eso, el Ejército sirio va a seguir combatiendo, porque tiene el apoyo de la mayoría de la población y desde el principio ha estado dispuesto a enfrentar el envite que le lanzan desde el exterior más que desde el interior.
¿Qué papel está jugando Rusia?
Rusia tiene una alianza histórica de 200 años con Siria, que, como digo, es un estado multiconfesional en el que los cristianos ortodoxos, mayoritarios en Rusia, siempre han jugado un papel clave en Siria. Siria estableció una buena relación con la URSS frente a EEUU, que siempre apoyó la creación y el sostenimiento del Estado de Israel. En este momento, y tras la desaparición del bloque soviético, la única base militar de la que dispone el estado ruso en el mediterráneo es la que posee en Siria.
Rusia no quiere que se consume la idea de la diplomacia norteamericana sobre la creación de un “Gran Oriente Próximo”, que abarcaría lo que es hoy Oriente Medio, e incluiría parte de Asia central y el Cáucaso. Así, Rusia tendría a sus puertas la presencia militar de EEUU y eso, obviamente, es inadmisible para el estado ruso. Con todo ello, la posición de Rusia es ahora más visible porque ahora mismo es un estado más fuerte que antes.
Además, el gran fracaso de las operaciones de EEUU en Iraq y Afganistán le da, si cabe, mayor importancia al papel que puede jugar Rusia en Siria. Ya no estamos en los años de monopolaridad absoluta que se vivió con el dominio de EEUU a partir de los años 90. El escenario geoestratégico ha cambiado y han aparecido con fuerza nuevos actores.
¿Qué hay del rol que tiene la UE?
La UE ha demostrado que no conoce la realidad de lo que ocurre en Siria, y se margina a la hora de resolver el problema en la región. Con la decisión de levantar el embargo de armas a los rebeldes sirios han terminado de sentenciarse, demostrando que toman parte en el apoyo a organizaciones que en muchos casos practican el terrorismo, como Al Nusra, que juró lealtad a Al Qaeda el pasado abril.
Se trata de una aberración histórica que demuestra la escasa capacidad de influencia a nivel internacional de la UE. La única potencia, junto a Austria, que ha mostrado algo de cordura ha sido Alemania, que ya ha confirmado que jamás venderá armas a este tipo de grupos. En la otra parte se encuentran Reino Unido y Francia, a los que luego se ha sumado España e Italia. Creo que son decisiones que se han tomado sin estudiar la situación por parte de la UE.
¿Y España?
España no tiene personalidad exterior. Es paradójico que se siga la política heredada de Rodríguez Zapatero relacionada con la Alianza de Civilizaciones, tan nociva como el “choque de civilizaciones” de Huntington, porque desconoce el factor de la multiconfesionalidad, clave en Siria. El gobierno español no ha entendido el conflicto sirio, y ni siquiera sus propios intereses, sabiendo que sufrimos un grave atentado terrorista en 2004. España, con el apoyo acrítico y sin distinciones a los rebeldes, demuestra no tener capacidad de liderazgo y decisión.
¿Qué espera de la conferencia de paz que se celebrará en Ginebra sobre el conflicto sirio?
No se puede organizar una conferencia diciendo que el objetivo es que Al Assad deje la presidencia. Eso no sería una conferencia como tal.
El otro problema es saber qué actores son los que van a dialogar, porque EEUU y Reino Unido se oponen a que Irán participe. En el caso de celebrarse finalmente, sólo serviría para intercambiar posiciones, pero nunca para llegar a una decisión concreta. El gobierno sirio lleva dos años aguantando y lo único que puede obtener Siria quizá sea que Qatar, Arabia Saudí y Turquía dejen de apoyar a los grupos radicales, cosa que dudo.
Autor: Javier Martínez