La resiliencia es algo que ha caracterizado siempre a Israel y a su población para adaptarse a la adversidad, tragedias, amenazas y la significativa tensión. Su concepto de defensa es un ejemplo de ello y la antiaérea ha mostrado, una vez más, la capacidad para enfrentarse a un reto mayúsculo.
El salvaje ataque de Hamas del 7 de octubre disparó la tensión en la región y, entre otras acciones, se tradujo en el lanzamiento de numerosos cohetes y UAV de tipo loitering o kamikaze, primero desde distancias cortas, incluyendo la propia Gaza o Líbano. El umbral se cruzó el 13 de abril, con la respuesta de Irán a un ataque israelí contra miembros de su Guardia Revolucionaria en un consulado en Siria. Se lanzaron unos 300 ingenios, entre loiterings, misiles de crucero y balísticos, desde Irán, Irak e incluso Yemen.
No falta quien valoró este ataque poco menos que de teatro u ofensiva simulada, pero su entidad y coordinación supondría un reto para cualquier sistema de defensa antiaérea y más para un país tan pequeño y con objetivos tan concentrados y próximos a la población, como Israel. Su defensa por capas está basada en el Iron Dome, para el área próxima frente a los ya habituales cohetes.
Por encima de éste está el David Sling, para cohetes mayores, misiles balísticos y de crucero; y las 2 versiones del Arrow, con efectores y sistemas de alerta de mayor radio de acción, incluso exoatmosféricos. Su acción combinada, junto al despliegue de aviones de combate para interceptar los más lentos loiterings, así como el C-Dome embarcado o el Spyder de medio alcance, permitieron reducir hasta el mínimo el efecto que para otro país menos resiliente habría sido una pesadilla.
En la operación participaron a favor de Israel medios estadounidenses, franceses, británicos, jordanos y saudíes. ¿Está España preparada para un ataque de este tipo e intensidad? Las amenazas parecen desarrollarse cada vez más rápido con UAV actuando en solitario o en enjambres, pero los sistemas de defensa antiaérea se desarrollan y adquieren con mucha más lentitud.
El Ejército de Tierra tiene el protagonismo de esta capacidad, con medios en algunos casos extremadamente longevos, si bien hay algunos programas en marcha. En el extremo de mayor alcance está la apuesta por la ampliación y renovación del Patriot, sustituto a medio plazo al Hawk, y en el más corto la creación de una capacidad específica para defensa contra UAV en el Regimiento de Artillería Antiaérea (RAAA) 71, tras la experiencia desarrollada por el Regimiento de Guerra Electrónica 31.
La capacidad se centraría en los pequeños de Clase 1, mientras que los mayores son responsabilidad de los otros sistemas en servicio en los RAAA 73 y 74. El presupuesto de 2023 (prorrogado en 2024) incluyó casi 1.400 millones de euros para modernizar el Patriot 3+ y adquirir misiles PAC-3. En noviembre se aprobó la compra por valor de 400 millones y se anunció la modernización del sistema con participación de empresas nacionales.
Se participa en la compra conjunta de la OTAN de misiles MIM-104 GEM-T y queda por formalizar la adquisición de más baterías y Estados Unidos dio el visto bueno. Entre medias está la compra de misiles Mistral III y la renovación de sus puestos de tiro y la actualización de los NASAMS, incluyendo sus radares. Es importante la adopción de los sistemas IFF Modo 5/S para los sistemas de defensa aérea, aprobando una importante partida a finales del año pasado.