65 años después de la entrega del primer C-130 Hércules salido de la línea de fabricación en Marietta (Georgia) de Lockheed Martin, la semana pasada lo hacía el primero de los C-130J destinados a la Fuerza Aérea de Alemania, la Luftwaffe.
Todo un hito que un país de la OTAN como Alemania, con una larga tradición en el desarrollo y construcción de aeronaves de transporte centenaria, se dote del incombustible diseño norteamericano. La Luftwaffe, pionera en el transporte aéreo militar con su mítico Junkers Ju-52/3M durante la Guerra Civil española y la Segunda Guerra Mundial, ha utilizado desde 1967 en este rol un total de 110 aparatos C-160D Transall (de diseño y fabricación franco-alemana). Este año finalizaran las operaciones de los C-160D, cuando ya tiene en servicio 35 de los 53 aviones de transporte A400M encargados a la multinacional Airbus Defence & Space, y hace años decidió adquirir también seis C-130J.
Este cambio de tendencia hacía la compra de material norteamericano, siendo Berlín uno de los mayores valedores de la industria de defensa europea, se inició en el campo de la aeronáutica con el encargo de los C-130J Súper Hercules en mayo de 2018 por 970 millones de euros. Tras la entrega de este primer C-130J en 2022, se incorporará, al igual que los otros cinco encargados, a la futura fuerza franco-alemana, que operará con cuatro aparatos (ya entregados) de este modelo del Ejército del Aire y del Espacio francesa y los de la Luftwaffe desde la base aérea francesa de Évreux-Fauville. En esta base se está poniendo en marcha un centro de entrenamiento conjunto, y otros organismos para operar conjuntamente estos aparatos.
La idea del eje Berlín-París de hacerse de manera conjunta con la citada decena de C-130J busca mantener la capacidad de desarrollar misiones tácticas, como las que se efectúan en el Sahel, incluidas las de operaciones especiales aéreas con aparatos de ala fija, más conocidas por la designación en inglés de Special Operations Air Task Unit-Fixed Wing (SOATU-FW). Estas misiones hasta ahora eran desarrolladas por ambos países con los Transall, y en el caso de Francia también con una flota de 14 C-130H y H-30 Hércules.
La clave de la adquisición de los Súper Hercules por ambos países responde al retraso en el desarrollo de las capacidades tácticas del A400M sobre el calendario previsto, como el lanzamiento de paracaidistas y el repostaje en vuelo de helicópteros. Aunque actualmente ambas están en fase final de incorporación, Francia y Alemania decidieron adquirir los aviones norteamericanos como solución interina.
Volviendo al caso alemán, está compra made in USA, ha abierto las opciones para que las Fuerzas Armadas de Alemania o Bundeswehr busque dotarse en Estados Unidos de capacidades que la industria europea no le pueda proporcionar en un plazo razonable. Así, el Ministerio de Defensa alemán acaba de cerrar la compra de cinco aviones de patrulla marítima Boeing P-8A Poseidón, y, según publicó el año pasado la prensa alemana, estaría negociando la compra de 30 cazabombarderos F-18E/F Súper Hornet y 15 unidades de su versión de guerra electrónica EA-18G Growler, al mismo fabricante aeronáutico estadounidense.
La decisión alemana se aleja de lo política y económicamente correcto, pero refuerza mucho la capacidad de acción inmediata del Bundeswehr, tanto en la defensa de Alemania como en contribuir a que la UE pueda dar una respuesta militar creíble y eficaz, más allá de sus fronteras. (Julio Maíz Sanz).
Foto: El primer C-130J destinado a la “Luftwaffe”, exhibiendo la bandera de Alemania, es remolcado en la factoría de Lockheed Martin de Marietta. (foto Lockheed Martin)