Entre los aspectos concretos a evaluar están las maniobras a realizar sobre la cubierta del buque, los despegues mediante la catapulta, los aterrizajes con el sistema de recuperación con gancho y cable, la simulación de las tareas de mantenimiento y reparación en el buque. La primera fase de pruebas (DT-I) tuvo lugar en noviembre del año pasado y supuso la realización de aterrizajes y despegues mediante la catapulta sobre el USS Nimitz (CVN 68).
La versión C del F-35 es la diseñada para operar desde las cubiertas de los portaaviones de la U.S. Navy y se caracteriza principalmente por una mayor superficie de vuelo, alas plegables, tren de aterrizaje reforzado y recubrimiento exterior reforzado frente a las inclemencias meteorológicas y sobre todo el sistema de aproximación Joint Precision Approach Landing System (JPALS) que facilita al piloto la compleja tarea de tomar en el portaaviones. Como las otras dos variantes del F-35, la F-35C ofrece unas reducidas firmas, elevada velocidad y agilidad, capacidad de fusión de sensores, aviónica de último nivel, equipos de perturbación electrónica de última generación, capacidad para combatir en red y un sistema de sostenimiento avanzado.
Si se obtienen los resultados previstos, la U.S. Navy contará en 2025 con una capacidad aeroportada formada por los F-35C, los F/A-18E/F Super Hornets, los EA-18G Growler de guerra electrónica, los E-2D Hawkeye para gestión del capo de batalla y los helicópteros MH-60R y S además del nuevo aparato para suministro de componentes del programa Carrier Onboard Delivery que será previsiblemente derivado del convertiplano V-22 Osprey. (Jose Mª Navarro Garcia)