“El Ministerio de Defensa de Rusia se ha quedado perplejo por el anuncio de estas maniobras. Estos ejercicios reavivan el espíritu de la Guerra Fría”, explica el viceministro de Defensa ruso, Anatoli Antonov a través de unas declaraciones que recogen los medios de comunicación rusos después de una reunión mantenida en Bruselas entre Rusia y la OTAN.
Rusia cree que los “Steadfast Jazz” son una respuesta a las también prácticas militares rusas conocidas como “Zapad 2013”, que tendrán lugar entre Bielorrusia, el distrito militar ruso del oeste, el Báltico y el mar de Barents, en la que participarán hasta 13.000 efectivos rusos.
Según fuentes especializadas consultadas por defensa.com, lo que inquieta a Rusia no son las maniobras militares en sí, sino "el lugar en el que se van a desarrollar. A Moscú no le hace ninguna gracia tener a la OTAN operando a las puertas de sus fronteras, sumado el hecho de un despliegue de tropas de la institución que fue el gran rival de la URSS durante la segunda mitad del siglo XX”. Estas mismas fuentes señalan que, en estos momentos, “tampoco habría que sorprenderse de que Varsovia haya dado el beneplácito para operar en la zona”, ya que, aunque las relaciones ruso-polacas nunca han sido buenas, hoy “gozan de una salud económica y comercial muy razonable que no debe impedir que Polonia siga consagrando su alianza con la OTAN”.
“Son maniobras dialécticas llevadas a cabo desde el partido que gobierna Rusia. Putin sabe que está perdiendo muchos adeptos y una manera de ganar votos es apelando al nacionalismo, como ha ocurrido recientemente con el acercamiento a la Iglesia Ortodoxa. Al más puro estilo de la URSS, se apela al nacionalismo y a la sensación de peligro de un enemigo poderoso como una herramienta de presión por parte del Gobierno”, especifican estas mismas fuentes, especializadas en las relaciones OTAN-Rusia.
Más allá de esta pugna, que podría ser considerada como una mera provocación, se vuelve por enésima vez al asunto del escudo antimisiles que EEUU quiere completar en Polonia, y por el que los cimientos de las relaciones entre los países de la OTAN con Rusia se han podido resquebrajar en la última década. El programa sigue retrasado debido a los múltiples esfuerzos extra a los que ha tenido que hacer frente EEUU en los últimos tiempos, como la instalación de 14 interceptores de tierra en Alaska por la escaldada de tensión que se vivió con Pyongyang durante los meses de marzo y abril.
De momento, lo único seguro es que la cuarta fase del escudo antimisiles culminará entre 2020 y 2022. Hasta entonces, tanto la OTAN como EEUU y Rusia tienen tiempo para discutir un asunto peliagudo que ha hecho recordar (por lo menos en su dialéctica) a los momentos vividos antes de la caída del muro de Berlín. (Javier Martínez)