La llegada de los 4 S-80 Plus asegura la supervivencia de la Flotilla de Submarinos y permitirá a la Armada y al Ministerio de Defensa disponer de valiosos activos, al alcance de muy pocos países. Con más de cien años de historia, el Arma Submarina sobrevive hoy con un único sumergible en activo, el Tramontana. Es una situación difícil de asumir, más aún en el país cuna de este tipo de ingenios militares, cuya vigencia y misión, lejos de perderse, se acrecienta en las actuales estrategias de defensa globales. Los S-80 sobresalen por su tecnología avanzada, discreción, autonomía en inmersión y sistemas de armas, siendo un recurso para las acciones de disuasión, obtención de información y control del mar, tanto al servicio de la política nacional, como en el marco de la colaboración con nuestros socios y aliados.
Tras no pocas dificultades, el mayor reto de la construcción naval en la historia de España y, posiblemente, de su sector industrial de Defensa atisba la puesta de largo, ensombrecida por la situación derivada del COVID-19, que supone un retraso de seis meses y que no deslucirá este importante hito para la Armada, Navantia como astillero principal y el conjunto de la industria nacional que se ha posicionado en este importante Programa. Como analizamos en este número especial, el S-80 Plus es resultado de una decidida apuesta por la industria española, habiéndose formado en torno a Navantia un polo altamente especializado, que se ha capacitado no solo para participar en el Programa, sino para amortizar el know how en otros nacionales e internacionales.
España entra con el S-80 en el selecto grupo de países capaces de diseñar y construir un submarino de este tipo, que combina propulsión independiente del aire y sistemas de ataque a superficie. El próximo gran hito tendrá lugar en marzo del año que viene, con la puesta a flote del S-81 Isaac Peral, las pruebas de mar, entre diciembre de ese año y el de 2022, y la entrega, prevista en febrero de 2023. Durante el año siguiente estará en garantía y posteriormente el Ministerio de Defensa lo aceptará definitivamente. La industria nacional acapara la mayoría del desarrollo, siendo la primera vez que Navantia actúa como desarrolladora e integradora de los sistemas de combate, comunicaciones y control de plataforma en un submarino para la Armada. Se pusieron a punto y suministrado equipos de todo tipo, construyendo los submarinos íntegramente en nuestro país, con ingeniería avanzada, estudios de seguridad y control de calidad, claves en un buque de este tipo.
La colaboración entre Navantia, la industria nacional y la Armada ha permitido alcanzar un altísimo grado de soberanía nacional, poseyendo la autoridad de diseño y capacitándose para sostenerlo y evolucionar en el futuro. Mientras tanto, el personal de la Flotilla de Submarinos se adiestra y prepara las instalaciones necesarias para que el Arsenal de Cartagena opere con los nuevos buques y sus novedosos equipos. También se trabaja en su sostenimiento, pues estarán en servicio unos cuarenta años, esperemos que en mayor número de los 4 inicialmente previstos. Baste recordar que hasta 2003 la Armada contaba con 8 sumergibles, cifra que aseguraba la presencia de uno patrullando el Atlántico y otro en el Mediterráneo, protegiendo las dos áreas marítimas de interés para España, capacidad que se perdió en 2005.