Las Fuerzas Armadas de Rusia siguen incrementando su potencial militar con armas con las que intentan tener una hegemonía estratégica de nivel planetario. Su Ministerio de Defensa está ya trabajando, dentro de la última programación de adquisiciones de sistemas militares que abarca hasta el año 2027, en los esfuerzos iniciales de concreción que van a dar lugar a un nuevo y poderoso misil balístico.
El futuro ICBM (Intercontinental Ballistic Missile) tendrá capacidad de transporte de varias ojivas nucleares y se espera que pueda estar disponible a finales de esta década para así reemplazar a los actuales RS-24 Yars que se transportan en camiones de ocho ejes para garantizar su movilidad táctica e incidir en una menor vulnerabilidad estratégica.
Ese mismo concepto de camión portador, que sirve también como elemento erector del misil antes de proceder a su lanzamiento, es el que se baraja como hipótesis más favorable para el nuevo misil, arma a la que han dado el nombre de Kedr. También se ha concretado que habría una variante que se ubicaría en silos fijos que lo almacenarían, protegerían y servirían para dispararlo si se concreta una situación en la que sea pertinente dar cabida a su potencial destructor nuclear.
Sobre lo que pretenden conseguir, y teniendo en cuenta que estamos en los primeros momentos conceptuales de su concreción, decirles que se ha definido el periodo de los años 2023-2024 como punto inicial para el inicio de lo que es el proceso de desarrollo tecnológico propiamente dicho, por lo cual ya queda poco para ponerse a trabajar con ahínco en él. Se plantea, como ha sucedido en desarrollos anteriores, que sea el Instituto de Tecnología Térmica de Moscú el que lleve a cabo buena parte de los trabajos para conseguir ese misil de carácter intercontinental.
Teniendo en cuenta las características del modelo al que sustituirá y los acuerdos internacionales en el número de cabezas nucleares a poseer por Rusia y Estados Unidos -esos límites, podrían respetarse tras el cambio político en este último-, el Kedr, al que podría darse la designación de SS-29, tendría la capacidad de transportar varias cabezas nucleares independientes -se habla hoy de cuatro, pero podrían llegar a ser diez- con las que atacar a distintos objetivos a la vez, lo que se conoce como concepto MIRV (Multiple Independently Targetable Warhead). En el misil se optaría por un motor impulsor de combustible sólido que podría ser una actualización del ya usado en los Yars, convenientemente modificada para incidir en lo que las tecnologías más recientes pueden ofrecer.
Con la llegada a finales de década del Kedr se dará paso a una renovación de las capacidades rusas en el campo de los ICBM con un modelo nuevo que podría estar en servicio tres o cuatro décadas si es convenientemente evolucionado y transformado. La financiación para su obtención está prevista, lo que será un punto a su favor para que no haya retrasos que incidan en su desarrollo y fabricación en serie. (Octavio Díez Cámara)
Fotografía: En un par de años el desarrollo de un nuevo misil balístico nuclear con capacidad intercontinental, el Kedr. (MD Rusia)
La movilidad estratégica de los misiles ICBM rusos montados en camiones aumenta su supervivencia y dificulta su localización. (MD Rusia)
Situar unos lanzadores de misiles ICBM ocultos en bosques es una buena medida para evitar su fácil localización y neutralización. (MD Rusia)
El futuro misil Kedr de Rusia se moverá en una plataforma móvil similar a la actual, que se suelen mantener protegidas cuando no despliegan fuera de sus bases, y podrá lanzarse también desde silos fijos. (MD Rusia)