Casi simultáneamente a que el ministro de Defensa afirmara en televisión que él "no hubiera firmado el contrato de modernización del ROU Artigas", correspondiente al gobierno anterior, el jefe de la Armada uruguaya Almirante Jorge Wilson, dirigiéndose ayer en la Escuela Naval al pleno de la oficialidad, reconoció la muy escasa capacidad técnica actual de los establecimientos de la Armada para encarar tareas mayores con firmas extranjeras de punta, lo que echa serias dudas sobre esta opción, en el caso de que alguno de los escasos postulantes a la licitación de OPV (cuya recepción de ofertas termina este lunes) lo proponga.
En la charla se aceptó que no habría habido un responsable general del proyecto o programa de modernización del ROU Artigas, ni un sistema al respecto de la labor, y que muy raramente se contaría con profusión de personal especializado para el metier, y mucho menos, instrumental adecuado para esas tareas, especialmente, cuando, más allá de la remotorización pactada con el proveedor, se decidió intervenir los ejes sin previa preparación para la materia, ni una metodología específica.
En un extraño giro del coloquio, sin embargo, finalmente el almirante Wilson optó por felicitar al personal involucrado, porque, al parecer, con los elementos, instrumentos y herramientas disponibles no se hubiera podido hacer mucho más. No se explicó porqué no se consultó, o si siquiera se consultó, al proveedor alemán acerca de este trabajo extra, cosa que se obvió citar en ciertas notas emanadas desde la Dirección General de Material Naval hacia alguna prensa, no se aclaró.
Luego, otras fuentes indicarían que prácticamente no existieron- en lo que hace a los astilleros de la Armada- elementos técnicos actualizados de medición (llegándose a medir espacios internos para ciertos componentes vitales ,artesanalmente, con cuerdas) ni se habría hecho mantenimiento de bujes-elemento o componente donde se apoya un eje-.ni del arbotante que sostiene a dicho eje en relación a las hélices, se explicó reservadamente..
Al rearmar por entero el sistema, los resultados diferían -y en ambos ejes- demasiado a la tolerancia establecida en los parámetros internacionales usuales, por lo que hubo que desarmarlos y más que probablemente haya que solicitar parecer académico extranjero para solucionar el tema, que, según técnicos independientes, hubiera sido más fácil de resolver trabajando en las bancadas (soportes inferiores resistentes del motor para las piezas rotantes y para contener líquido lubricante).
La principal preocupación es que, de concluirse el trabajo de forma insolvente, en poco tiempo podría ingresar agua por los compartimientos relacionados con el eje y provocar un incidente mayor o hasta un naufragio inesperado del ROU Artigas. Aún descontándose la buena voluntad, la disposición y el profesionalismo habitual de la firma Lurssen, se desconoce si la entidad de los errores acaecidos hasta el momento permitirá devolver a la actividad al ROU 04 Artigas aún este año.
De hecho, el Servicio de Construcciones y Reparaciones de la Armada (SCRA) vive hace casi dos décadas una apreciable crisis en lo que hace a realizaciones- especialmente desde que en tiempos del ex presidente Mujica fuera entregado por años a grupos de marinos ultra nacionalistas que no concretaron ningún ambicioso proyecto- algunas fracasando ostensiblemente, como el proyecto de un catamarán balizador, el ROU Orión, que tras años de montaje, en las pruebas de mar tuvo muy serios problemas de flotabilidad y se abandonó el costoso programa, en el cual también intervinieron dudosos técnicos universitarios de forma más que cuestionable, luego un remolcador empujador para la polémica estatal petrolera Ancap, tuvo que ser objeto de reformas varias antes de su recepción, por defectos de diseño y concreción, problemas con una draga portuaria,etc., por lo cual se debería redefinir su papel ante la posibilidad de nuevas encomiendas. (Javier Bonilla)
