Uruguay era copropietario del Venesat-1 "Simón Bolivar", satélite de factoría china lanzado hace 12 años por Venezuela y perdido inesperadamente a finales de marzo al salirse de órbita. Uruguay había cedido su órbita propia, pues posee la posición 78 grados Oeste, a cambio de utilizar el 10% de la capacidad del Venesat, compartiendo ambos socios la estación receptora de la estatal telefónica Antel en Manga, Montevideo, donde Venezuela podría tener su propio centro.
Para no interferir con satélites próximos, debía reducirse la potencia y su vida útil del 2028 al 2024.Costó más de 400 millones de dólares, precio considerado exagerado, y lo construyó la Corporación Industrial China Gran Muralla, garantizando servicios de radio, tv y banda ancha para diversos fines.
Sin embargo, a mediados de marzo el Venesat salió de su órbita unos 30 grados, el 24 de marzo la dictadura venezolana debió comprar espacio en el estadounidense Intelsat 14 para mantener sus estructuras propagandísticas y un mínimo de oferta digital, actuando en Banda C (la internet provista por el VEnesat era en Banda Ku). Dejaban de retransmitirse las redes televisivas Telesur (en inglés), Cubavisión, RT (Rusia), CGTN (China), y la oficial TNU (Uruguay). Esto último indica que el contrato con las autoridades uruguayas ya habría quedado extinto, una vez que la órbita, a la que el régimen venezolano había preferido acceder en 2009, para no usar la de la Comunidad Andina de Naciones, de 67 grados, ya no se utiliza por los motivos señalados. Además, Uruguay se retiró oficialmente de la red televisiva bolivariana Telesur, días atrás.
La situación ha provocado al Estado uruguayo mayores problemas que la no retransmisión satelital de su red televisiva, dificultando las comunicaciones en diversos niveles, especialmente entre las Misiones Militares Operacionales en el exterior y sus comandos o bases, o entre la Estación Antártica Artigas-en la Isla Rey Jorge-y Montevideo, por lo cual, por un lado, trabaja el área de Comunicaciones e Informática del Ejército en posibles variables IP y por otro proporciona los actuales contactos a las tres Fuerzas y otros organismos del Ministerio de Defensa, la telefónica estatal Antel, debiendo contratar servicios a precios elevados en el exterior, hasta que se arribe a mejores soluciones. Lo mismo sucede con lo que atañe a la educación a distancia, exigida exponencialmente, tras la aparición del coronavirus.
Anteriormente, la telefónica Antel fue copartícipe en el satélite argentino Nahuel Sat1, lanzado en 1997, dando un apreciable impulso a las comunicaciones digitales.
Otra experiencia satelital desarrollada localmente durante el polémico gobierno de José Mujica, llamada Antelsat fue absolutamente deficitaria, dejando de emitir el dispositivo a poco de su lanzamiento, en 2014, acelerado para cumplir con cronogramas político-electorales del momento, su controversial proyecto. (Javier Bonilla)