En junio del año pasado Australia encargó doce de estos aviones para ataque electrónico aéreo (AEA por sus siglas en inglés) por 3.000 millones de dólares, convirtiéndose en el primer usuario internacional tras la Marina estadounidense. La RAAF justifica la adquisición de un equipo tan sofisticado como herramienta para mantener la superioridad tecnológica sobre sus adversarios regionales y poder operar estrechamente junto a los Estados Unidos en la región. Los doce Growler tendrán su base en Amberley pero no se espera su llegada a Australia hasta 2017 estando previsto que alcance la Capacidad Operativa Inicial (IOC) a mediados de 2018 y la plena capacidad operativa (FOC) a comienzos de 2020.
El EA-18G Growler está basado en el F/A-18 Super Hornet que la RAAF ha adquirido en número de 24 unidades y al que acompañará en su misión de protección electrónica, perturbación o jamming táctico. Sustituye al Grumman EA-6B Prowler en la Navy y se trata actualmente del único avión de este tipo en producción. Los avanzados equipos electrónicos incorporados al avión le permiten realizar misiones de apoyo electrónico en las que puede actuar perturbando, engañando o negando el uso de sistemas electrónicos del adversario como los de comunicaciones o los radares. Entre estos equipos están receptores de radio mejorados, sistemas de comunicaciones capaces de funcionar en un espacio electromagnético saturado, comunicaciones por satélite o perturbadores de alta y baja frecuencia de la familia ALQ montados bajo el fuselaje y las alas del avión. A pesar de las avanzadas cualidades de esta aeronave Boeing no tiene nuevos pedidos actualmente por lo que si estos no llegan, se cerrará la cadena de montaje del Growler y también la del Super Hornet a finales de 2.017. (J.N.G.)