Donald Trump ha autorizado a su “zar de la eficacia”, Elon Musk, para que revise el gasto del Departamento de Defensa, el cual, de acuerdo con documentos públicos del Congreso de los Estados Unidos, dispone de un presupuesto estimado de $850.000 millones de dólares, aproximadamente el 13% del presupuesto Federal para el año fiscal de 2025.
El presidente Trump explicó el pasado viernes, durante una conferencia de prensa a los periodistas que cubren la Casa Blanca sobre los recortes que podría aplicar el magnate sudafricano en el Pentágono, que “el papel del Sr. Musk es el de reducir la burocracia federal y acabar con cualquier oposición a la agenda del presidente”. A lo que también añadió que “no esperaba una purga de gran escala en el Departamento de Defensa, pero se encontrarán algunas cosas que son bastante malas”.
El Departamento de Defensa de los Estados Unidos goza del presupuesto militar más grande del mundo, seguido por el de la República Popular de China, y gran parte de sus gastos son discrecionales y secretos, por lo que una investigación profunda de los mismos podría suponer un grave peligro a la seguridad de la nación norteamericana, ya que los mismos podrían ser usado por sus rivales y potenciales enemigos, amenazando además a los activos que poseen en todo el mundo.
Sin embargo, esto también podría conducir a un conflicto de intereses, pues de acuerdo con los documentos públicos del Departamento de Defensa, las compañías de Musk, como SpaceX y Starlink, gozan de contratos de miles de millones de dólares que se remontan a los primeros años de la Administración Biden, en los que el Pentágono dependía exclusivamente de las empresas del magnate tecnológico para poner en órbita la mayoría de los satélites militares. Además, algunas de sus compañías de tecnología trabajan en estrecha colaboración en otras áreas de desarrollo de nuevas armas y sistemas de defensa.
El secretario de Defensa, Pete Hegseth y el general (USAF) Charles Q. Brown jefe del Estado Mayor Conjunto. (Foto: Dept. de Defensa)
En la actualidad las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos emplea a más de 3,3 millones de militares y civiles, que son necesarios para garantizar la protección y defensa de los intereses estadounidenses en el mundo, además, de permitir la continua operatividad de una cadena de suministro global que maneja desde pequeños componentes electrónicos necesarios para sus modernas armas hasta sistemas de propulsión nuclear para portaaviones y submarinos.
Por su parte, el secretario de Defensa, Pete Hegseth, informó el viernes por la noche a través de su cuenta personal en la red social X, “Que estaba ansioso por trabajar con Musk. Necesitamos reducir la grasa (cuartel general) y desarrollar la fuerza (combatientes)”.
Analistas del Centro de Estudios Estratégicos de Washington han especulado que uno de los posibles objetivos de Musk sería el programa multimillonario del avión de combate polivalente de quinta generación Lockheed Martin F-35 Lightning II, que en 2024 fue duramente criticado por el magnate sudafricano en su red social X, al sugerir que los Sistemas de Aeronaves Pilotadas Remotamente (RPAs) armados son más baratos y podrían realizar la misma misión encomendada a las aeronaves tripuladas.
Musk, que fue nombrado por el presidente Trump como jefe del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), ha operado sin restricciones con la misión de erradicar el despilfarro en el gobierno federal, acción ésta que, desde un principio, ha causado desconcierto y rechazo por sectores políticos en Washington, así como del Comité de Servicios Armados de la Cámara de Representantes (HASC), que han advertido sobre las amenazas a la seguridad nacional que produciría el hacer pública información clasificada o de la tecnología militar que hoy día se considera secreta. (Bernardo de la Fuente)
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