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Viernes, 22 de noviembre de 2024 Iniciar Sesión Suscríbase

El gato de Schrodinger y el motín de Prigozhin: un golpe de estado que fue y no fue

GUERRA DE UCRANIA, OTRO FOCO

La población de Rostov confraterniza y posa junto a las tripulación de un tanque T-80 de la PMC Wagner.
La población de Rostov confraterniza y posa junto a las tripulación de un tanque T-80 de la PMC Wagner.

En plena ofensiva ucraniana, cuando menos se esperaba y debía, el inefable y exótico Prizgozhin se arrancó con una efímera y estrambótica asonada. En principio se pensó en que se trataba de un golpe de estado en toda regla que – para bien o para mal - cambiaría el curso de los acontecimientos en la guerra de Ucrania. Sin embargo el rápido y extravagante desenlace del lance dejó  incógnitas que, al menos de momento, se antojas irresolubles.

El gato de Shrödinger  

En el marco de la mecánica cuántica, esta expresión se refiere a una conocida aproximación interpretativa de las funciones de onda enunciada por el ilustre físico Erwin Schrôdinger en 1935. Sin entrar en profundidades cuánticas la interpretación describe un experimento en el cual se contempla la paradójica situación de que un gato este al mismo tiempo vivo y muerto.

Con esta idea se abría la posibilidad – al menos teórica – a la existencia de situaciones, que teniendo un punto de partida común, se desarrollarían de forma autónoma dando lugar a realidades divergentes, e incluso contradictorias, en universos paralelos. Pues algo parecido ha pasado con el motín de Prigozhin que según a quien se consulte fue y no fue.

El golpe de estado

El veinticuatro de junio, el líder y propietario de la PMC Wagner inició la autoproclamada “Marcha por la Justicia”. Tropas wagnerianas se trasladaron al otro lado de la frontera ucraniana, algunas unidades ocuparon instalaciones críticas en la ciudad de Rostov – donde por cierto fueron bien recibidas – mientras otras preparaban columnas que vía Voronezh debían llegar a Moscú.

La acción por su manifiesta inoportunidad e inescrutables objetivos, quedará en perpetuo enigma. Las especulaciones, con variable grado de plausibilidad y fantasía, han sido diversas. El propio Prigozhin ha manifestado que solo pretendía llamar la atención sobre la incompetencia del alto mando ruso (cosa que, dicho sea de paso, venía haciendo desde tiempo atrás).

Otras informaciones señalaban que había un complot interno que realmente perseguía provocar un cambio de gobierno pero que finalmente los supuestos compañeros de viaje se echaron atrás y el líder de Wagner se quedó “solo ante el peligro” (no sería la primera vez que una acción de este tipo se frustra porque los esperados apoyos de esfuman).

También circularon rumores, algo más fantásticos, que apuntaban a que algún servicio de inteligencia occidental había pactado con Prigozhin tentándole con promesas que incluían la presidencia de Rusia, un acuerdo digno en Ucrania y una nueva época de colaboración y entendimiento (Prigozhin quedaría como gran líder – a un tiempo guerrero y pacificador – del pueblo ruso). Incluso hay quien dice que todo ha sido un montaje orquestado desde el Kremlin (opción un tanto disparatada pero, como veremos más adelante, no del todo imposible).

Denis Kasputin, alias “White Rex” [Rey Blanco] fundador del “Cuerpo de Voluntarios Rusos” rodeado de sus acólitos.

Pero si sorprendentes fueron las circunstancias en que se produjo el motín más lo han sido su palmaria fugacidad y meteórico desenlace. La insólita e impertinente aventura duró muy poco y en menos de veinticuatro horas el trío Lukashenko, Putin, Prigozhin llegó a un acuerdo que ponía fin a la precaria revuelta. Lukashenko asumía el papel de mediador y se comprometía a acoger en Bielorrusia al jefe de Wagner y sus wagnerianos.

Putin aceptaba el pacifico y rápido fin del incidente con la promesa de no tomar represalias contra sus responsables dando a los “héroes de Bajmut” la opción de unirse a las fuerzas gubernamentales o de seguir su mercenaria carrera fuera de territorio ruso. Prigozhin, al que solo le era posible acogerse a esta segunda opción, se marcharía a Bielorrusia donde, con el beneplácito de todas las partes, podría continuar sus actividades.

El 27 de junio, Prigozhin, llegaba a Minsk en un jet privado. Al parecer, todo estaba preparado para que el polémico magnate trasladase la “sede social” de su controvertida empresa a Bielorrusia, donde, podría comenzar a operar con carácter inmediato.  Según algunas informaciones ya se habrían cedido a PMC Wagner algunas bases y campos de entrenamiento para organizar e instruir nuevas unidades de combate.

¿Dónde se encuentran estas instalaciones? Pues en el sur de Bielorrusia, no lejos de la frontera ucraniana...  ¿Podría Wagner atacar desde Bielorrusia abriendo un frente en la retaguardia ucraniana? Para contestar a esta pregunta emplearemos la analepsis, recurso literario (también conocido con el anglicismo cinematográfico flashback) que recordando hechos pasados nos permite llegar a conclusiones presentes.

Dos vehículos Humvee destruidos durante una de las ultimas incursiones en la región de Belgorod.

Operaciones no gubernamentales

Desde hace algunos meses se están registrando incursiones militares que partiendo desde Ucrania penetran en la región rusa de Belgorod con la finalidad de provocar el caos y distraer fuerzas.  Por su parte, el gobierno ucraniano viene negando cualquier participación o responsabilidad en dichas operaciones y mantiene que las razias son llevadas a cabo por opositores rusos que actúan por su cuenta y riesgo.

Según Kiev, estos “patriotas” habrían organizado sendos grupos paramilitares denominados “Cuerpo de Voluntarios Rusos” y “Legión Libertad para Rusia” para, a través de la lucha armada, acabar con el régimen de Putin.

En relación con este tema, la web de RTVE publicaba recientemente una interesante noticia: «La incursión de Belgorod, una "distracción” para Rusia antes de la anunciada contraofensiva ucraniana». En ella, la profesora Ruth Ferrero (Universidad Complutense) efectuaba las siguientes reflexiones:

"Todo en esta guerra es muy difuso. Lo que se intenta es que Ucrania no aparezca como la que organiza este tipo de incursiones, pero el hecho cierto es que estos grupos están integrados en el Ejército ucraniano. .Lo que buscan es desestabilizar psicológicamente al Kremlin de cara al potencial lanzamiento de la contraofensiva. No es parte de la contraofensiva, pero sí son elementos de dispersión realizados por parte de los ucranianos. Es interesante ver la naturaleza de esos grupos paramilitares, ya que son fuerzas de ultraderecha que llevan colaborando con fuerzas hermanas en Ucrania desde hace tiempo. Algunos miembros de estas fuerzas llevan en Ucrania desde 2014".

A modo de conclusión: Mutatis Mutandis

Si desde Ucrania, grupos paramilitares no gubernamentales vienen lanzando incursiones  sobre territorio ruso, nada impediría que en un futuro próximo – mutatis mutandis – grupos paramilitares no gubernamentales con base en Bielorrusia lanzaran sobre territorio ucraniano incursiones de análoga índole y finalidad. Esta opción, de producirse, podría explicar la cuasi inexplicable paradoja del golpe de estado que fue y no fue.


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