Que el F-35 Lightning II de Lockheed Martin interesa al Ministerio de Defensa español es una realidad. Incluso hemos sabido que se puso en marcha por parte del Ministerio un procedimiento del tipo Request for Information (RFI) para solicitar a Lockheed Martin información sobre las diferentes versiones del avión. La propia Alemania, reticente siempre al modelo estadounidense y defensor de la industria europea, ha hecho lo mismo.
Sin embargo hay que tomar con precaución la información conocida, puesto que una cosa es solicitar precios actualizados del avión, las llamadas “cotizaciones” en el sector, y otra poner en marcha un programa de adquisición. Y es que se trata de una práctica habitual en las Fuerzas Armadas mantener información actualizada de las características y precios de los diferentes sistemas de armas, de cara a un hipotético programa.
En defensa.com hemos ido siguiendo la actualidad del F-35, que en los últimos tiempos había dejado de ser noticia por cuestiones como los sobrecostes, retrasos, o los problemas surgidos durante su desarrollo y la fase de pruebas. Todo parecía haber quedado atrás hasta que, en medio de las buenas noticias que últimamente acompañan lo publicado sobre la aeronave, la Fuerza Aérea estadounidense ha dado a conocer que los F-35A que operan en la Base Aérea de Luke, al noroeste de Phoenix, la capital de Arizona, han dejado de volar tras detectarse cinco casos de hipoxia o falta de oxígeno para el piloto. Luke, sede del Ala 56 de Ataque de la Fuerza Aérea estadounidense acoge nada menos que 55 de los 220 aviones entregados a todos los clientes hasta la fecha, lo que supone que prácticamente la cuarta parte de la flota de F-35 está en tierra indefinidamente hasta que se averigüen las causas de lo sucedido.
Según los datos que se han hecho públicos, entre el 2 de mayo y el 8 de junio se produjeron cinco casos de hipoxia en los que los pilotos presentaron problemas fisiológicos por falta de oxígeno en cabina y debieron recurrir al sistema de emergencia antes de poder aterrizar con seguridad. La Fuerza Aérea estadounidense ha anunciado que los pilotos recibirán formación adicional para reconocer con la mayor antelación posible los síntomas de la hipoxia y sobre las medidas a tomar si se da esta situación.
Para valorar en su medida el impacto de estas situaciones, hay que recordar que aproximadamente el 37% de la facturación actual de Lockheed Martin está relacionada con el programa F-35.
Coste de adquisición
A raíz de los sobrecostes que se han detectado en varias ocasiones en el programa Joint Strike Fighter, Lockheed Martin se comprometió el año pasado a reducir el precio unitario por debajo de los 200 millones de dólares. Sin embargo esto no parece tarea fácil y las últimas cifras conocidas, correspondientes al denominado Lote Inicial de Producción de Baja Cadencia (Low-Rate Initial Production Lot o LRIP) número 9 arrojan un precio medio por aeronave de 206,3 millones de dólares incluyendo motores y modificaciones realizadas, según los datos publicados por Defence-Aerospace.com a partir de los datos del Departamento de Defensa estadounidense. Esto solo supone un 7 % o 16,7 millones de dólares menos que el coste del Lote 5 encargado hace cinco años, lo que viene a ser una lenta progresión.
Incluso la Oficina Conjunta del Programa (Joint Program Office o JPO) considera que el precio del avión entre los dos citados lotes entre 2012 y 2017 ha subido 7,63 millones por unidad “genérica”. La JPO utiliza un cálculo promedio entre los diferentes modelos del F-35, el A, B y C para comparar los costes anuales de cada lote de producción. Según estos mismos cálculos, solo la variante convencional, la F-35A ha visto caer su precio en unos modelos 3 millones por aeronave en comparación con las otras dos versiones que resultan más caras. (José Mª Navarro García)
Fotografía: Un F-35C en la base aérea de Hill (AF)